lunes, 30 de marzo de 2009

DESTROZARON Y BORRARON DIBUJOS Y OBRAS EL 24 DE MARZO


Estudiantes de Agronomía en la FAEA denuncian ataque a la memoria y los Derechos Humanos

El pasado 24 de marzo, luego de una jornada de actividades en la facultad de agronomía, figuras y pinturas que expresaban “30 mil compañeros desaparecidos presentes” fueron borradas y detrozadas. Una cruz esvástica fue pintada en el baño.

“Le pedimos a las autoridades de la facultad que tomen medidas sobre lo sucedido. Nosotros estamos en una facultad en donde por un lado, hay una tendencia reaccionaria muy fuerte y por el otro hay muchos silencios, que no permiten que otras voces se expresen. Desde FANA (Frente Amplio por una Nueva Agronomía) pedimos la memoria en un lugar donde se olvida, en donde todavía se avala la teoría de los dos demonios. Creemos que con la violación a la memoria hay que responder tomando posición, por eso pedimos que la comunidad educativa se haga cargo”, explicó Santiago, integrante de FANA.

El pasado lunes 23, los estudiantes del FANA realizaron una radio abierta invitando a la marcha y realizaron un maniquí que representaba a una estudiante de la facultad que fue desaparecida mientras cursaba en Agronomía. Además realizaron dibujos representado los pañuelos de las Madres de Plaza de Mayo y plantaron árboles en un pequeño predio del lugar para simbolizar la memoria y la vida. El 24 se reunieron en la Facultad para marchar hasta la hístorica Plaza y se enteraron de que habían borrado y destrozado todo el trabajo del día anterior.

“Un compañero nos llamó a la noche, diciendo que pasó por la puerta de la facultad y vio el centro de estudiantes abierto, habían borrado las pinturas, había desaparecido todo lo que habíamos hecho. Nosotros lo que queremos es que se investigue y se pueda reflexionar sobre lo que pasó. El 24 de marzo no es una fecha cualquiera y esto no puede pasar despercibido”, afirmó Marisol, del FANA.

Si bien hasta ahora no obtuvieron respuesta por parte de las autoridades de la Facultad de Agronomía, los estudiantes realizaron un petitorio para elevar para pedir la adhesión de otras agrupaciones y federaciones estudiantiles que transcribimos a continuación.


Por violación a la Memoria de los DDHH
en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA)


Por medio de la presente solicitamos que se informe el estado de la situación de la violación a la Memoria de los Derechos Humanos cometida en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA) en el día 24 de Marzo de 2009; siendo éste declarado por ley como el día de la Memoria, Verdad y Justicia.

En esta fecha mencionada, en el espacio físico del centro de estudiantes de la FAUBA y alrededores, fueron desaparecidas figuras de siluetas de personas realizadas en cartón con los nombres de los desaparecidos en esta institución durante la ultima dictadura militar ocurrida en el país desde 1976 a 1983. Desapareció además, una representación artística con forma humana en tamaño real, representando a aquellos estudiantes desaparecidos de la facultad; se ocultó la imagen de un pañuelo blanco, símbolo de las Madres de Plaza de Mayo, con la consigna de "nunca mas" y por ultimo apareció desde el viernes 21/03/09 dibujado en el baño del centro de estudiantes la cruz esvástica, símbolo nazi.

No es menor que estos hechos ocurran en una fecha como esta. Dichos acontecimientos tienen antecedentes de impunidad desde hace 2 años: En el año 2007 fue realizada una fiesta en vísperas del 24 de marzo, promoviendo el vacío y la falta de memoria, y en el 2008 fueron arrancados los carteles con los nombres de los desaparecidos ante la presencia de estudiantes.

Frente a estos acontecimientos expresamos nuestro repudio y exigimos:

* Se desarrolle una investigación donde aparezcan los responsables materiales e ideológicos de los acontecimientos mencionados.
* Se tomen medidas de sanción hacia los responsables de esta violación a la Memoria de los derechos humanos.
* Se sancionen reglamentaciones correspondientes que eviten que vuelvan a ocurrir violaciones con la memoria, verdad y justicia.
* Se tomen medidas de repudio a los eventos acontecidos.
* Se realicen jornadas de reflexión y difusión en la FAUBA.


Se solicita a los adherentes, pronunciarse a través de los siguientes canales:

* Reenviando este mail a decano@agro.uba.ar ;lbasso@agro.uba.ar; mgally@agro. uba.ar. POR FAVOR ENVIAR EL MAIL CON COPIA A comiddee@agro. uba.ar.
* Enviando fax a 011-4514-8737
* Comunicandose telefónicamente a 011-4524-8000 int 8033 Decano Ing. Agr. Lorenzo Basso.


SOBRE LOS ACONTECIMIENTOS DETALLADOS EN ESTE DOCUMENTO, SE REALIZARA UNA PRESENTACION FORMAL ANTE LA SECRETARIA DE DERECHOS HUMANOS DE LA NACION Y EL INADI. PARA ADHERIR AL MISMO ENVIAR MAIL A fana.faea@yahoo.com.ar.

Esperamos mantenernos en comunicación a fin de realizar un desagravio y un acto en repudio a los hechos, como también organizar jornadas de reflexión en la FAUBA.

Saluda atentamente,

Comisión de Derechos Estudiantiles y Comisión de Derechos Humanos del Centro de Estudiantes de la Facultad de Agronomia de la Universidad de Buenos Aires

miércoles, 25 de marzo de 2009

Movimiento Nacional Campesino Indígena

Vía Campesina

- Camino a nuestro  primer Congreso Nacional-

                                                                Argentina, 24 de marzo de 2009

 

A un año del alzamiento del “campo”,  a 33 años del golpe Genocida.

 A un año  de la 125 y a 33 años del golpe nos encontramos con el país violentamente  sitiado, otra vez, por la burguesía agraria y los medios de comunicación.

El 24 de marzo de 1976 una organización ilícita que denominamos “dictadura” se alzo en armas contra la democracia para modificar la estructura económica, política social y cultural  de nuestro país. Tal es así que para 1976 la lucha  popular había logrado que aproximadamente el 50 % del PBI quede en manos de los trabajadores  Y en la actualidad en la más optimista de las estimaciones a los trabajadores nos toca el 20% del Producto bruto.  La pobreza, la indigencia, la destrucción de la naturaleza, la desnutrición infantil, la mercantilización de la vida y los bienes naturales, la famosa inseguridad, son todas consecuencias de este modelo impuesto por la violencia.

Pero la organización ilícita de la “dictadura” no estaba conformada solo por militares traidores a la patria, sino que estaba sostenida por medios masivos de comunicación, sectores de la iglesia católica, partidos de derecha y de “izquierda”, organizaciones ruralistas (Sociedad Rural Argentina, CRAA), y empresarios de distintos rubros. Todos respaldados y asesorados  por la CIA.

Lo anteriormente dicho no es nada nuevo, pero el repaso podemos utilizarlo para analizar la actualidad. Porque más allá de que la democracia actual sea bastante precaria, ha sido una conquista de las luchas populares y hoy los mismos actores de 1976  intentan  reducir aún más la porción que nos  queda a los trabajadores, campesinos y desocupados.

A partir del 11 de marzo del 2008 con la resolución 125  esta organización ilícita que llamamos la “derecha” encontró un punto desde donde golpear a la democracia  y al mismo tiempo defender sus desorbitados privilegios. 

El modelo de agricultura industrial ha demostrado en todo el mundo que no es capaz de disminuir el hambre. Todo lo contrario, desde el desarrollo de los modelos de producción basados en monocultivos transgénicos, (que insumen  altas cantidades de agro tóxicos y donde la comercialización está altamente concentrada), ha aumentado el hambre, se han agravado los problemas ambientales, han aumentado considerablemente los casos de cáncer y otras enfermedades causadas por agro tóxicos, se han elevado considerablemente  los precios de los alimentos, se han desalojado miles de familias campesinas que han debido emigrar a las ciudades y , la lista de terribles consecuencias de este modelo  podría seguir en páginas enteras.

Hoy la mesa de enlace no representa, en ninguna medida, la voz de actores dispuestos cambiar este modelo.  Desde la SRA hasta la FAA están representados grandes terratenientes, grandes empresas agrarias, medianos empresarios agrarios y rentistas de la tierra.

No podemos seguir confundiendo a la mesa de enlace con “productores” tal como existían hace 40 años, porque esos intereses no son los que defiende la mesa de enlace, repasemos:   Se opusieron a todos los beneficios de la 125, se opusieron a la nueva ley laboral que garantiza condiciones mínimamente dignas a los peones rurales, se opusieron a la insinuación de que el estado regule el comercio de granos, entre otras cosas.

A los sectores “progresistas” que le dan crédito a la FAA preguntamos:   ¿Por que la mesa de enlace no escracha y denuncia  a las multinacionales que se quedan con una parte muy importante de las ganancias de la soja. Monsanto, Syngenta, Cargyl, Nidera entre otras, no solo venden los paquetes tecnológicos a  altos precios internacionales, si no que monopolizan la comercialización internacional de granos, estas multinacionales se quedan con un porcentaje mayor  que el estado con las retenciones.  Entonces ¿Por qué no le hacen piquetes en el puerto a Monsanto? Estamos convencidos de que es porque defienden el mismo modelo  de producción, porque son socios en el saqueo y están dispuestos a compartir ganancias entre ellos, pero no con los trabajadores.

Para ellos la democracia solo vale cuando se satisfacen sus ambiciones porque subestiman al pueblo en su capacidad de decidir. Y eso queda claro cada vez que no logran su cometido en las instituciones, entonces van a los piquetes y al desabastecimiento jugando con el hambre del pueblo. ¿Quiénes pueden estar tanto tiempo sin trabajar y sin vender su producción? Solo estas clases sociales, grandes, medianos y pequeños terratenientes rentistas, y grandes y medianos empresarios de la soja.

En el campo los abusos contra las comunidades campesinas e indígenas son continuos, perpetrados por empresarios vinculados a la mesa de enlace que tienen como fin apropiarse de nuestro territorio para mercantilizarlo con la sola idea del lucro desmedido: Cuentan  con la complicidad de jueces, policías  y funcionarios corruptos. En la actualidad   se violan sistemáticamente los derechos humanos en el campo. Matones armados, cárceles con causas inventadas, y  topadoras que desmontan y arrasan con predios de producción, avionetas que hacen llover venenos sobre barrios urbanos; casas, pozos de agua, corrales, chacras de producción de alimentos. Son todas situaciones contra las cuales luchamos hoy, a 33 años del golpe.

Es imprescindible que se avance con los juicios a los genocidas para poder avanzar en justicia, pero no podemos quedarnos conformes solo con eso, los ddhh se siguen vulnerando.

El gobierno tampoco ha demostrado jugarse por un proyecto alternativo, mas allá de medidas  coyunturales y tácticas como la  125 o la estatización de las AFJP, positivas pero fuera de un programa estratégico. No ha elaborado un plan para fortalecer al campesinado, para comenzar a construir un modelo alternativo. Ha retrocedido a una política de alianzas que está lejos de poder enfrentar   a la derecha. Y no hay signos de que intente promover la unidad del campo popular en función de un proyecto nacional que trascienda al kischnerismo.

Además  95% de los recursos de la Secretaria de agricultura ganadería pesca y alimentación van a parar a los agro negocios, es decir a los sectores representados por la mesa de enlace

Si realmente queremos justicia social, cuidar nuestros bienes naturales y desarrollarnos como nación, debemos construir un modelo agropecuario diferente, basado en la diversidad de cultivos, la agroecológica como técnica, el mercado interno como prioritario y la vida campesina como sustento. 

 

Reflexiones finales para el debate

 

·         Las retenciones no solo distribuyen ingresos, si no que son una barrera al avance de la soja y al modelo extractivo y exportador, de esta manera sostenemos el precio de los alimentos y protegemos nuestra salud y ambiente. Es una herramienta táctica que no podemos dejar de defender hoy. Sin embargo debemos trazar herramientas estratégicas de desarrollo rural, nosotros proponemos la soberanía alimentaria como horizonte estratégico de mediano plazo.

·         La crisis financiera termina de demostrar que no es posible el desarrollo sustentable  en el marco del capitalismo. Debemos aprovechar el  momento para que los trabajadores y trabajadoras adhieran a un proyecto de transformación.  

·         Es imprescindible fortalecer las organizaciones populares autónomas de partidos y gobiernos, capaces de generar propuestas y acciones transformadoras, de  apoyar las medidas populares de los gobiernos  y combatir los avances del capital.

·         Las multinacionales deben ser declaradas enemigas estratégicas del   campo popular y la lucha debe centrase contra ellas.

·         Los bienes naturales y la tierra no son mercancías y no pueden estar en manos de unos pocos.

·         Soberanía alimentaria como  alternativa al modelo agrario: La tierra con función social en manos de campesinos que vivan y trabajen la tierra con métodos agroecológicos. Organizaciones populares de consumidores que coordinen el intercambio de alimentos y bienes.  Mercados populares que abastezcan a los barrios, pueblos y ciudades.

 

¡Tierra, Trabajo y Justicia!

Movimiento Nacional Campesino Indígena

Vía Campesina

Camino a nuestro primer congreso nacional

movnaccampesinoindigena@gmail.com

Conacto en Mendoza: Union de Trabajadores Rurales Sin Tierra -  0261 155615062



martes, 24 de marzo de 2009

Un cuento de Haroldo Conti ... a 33 años no nos mataron. CASTIGO A LOS CULPABLES, NI OLVIDO NI PERDON.

La balada del álamo carolina


A mi madre, doña Petrolina Lombardi de Conti,
y a la ciudad de Chacabuco, mi pueblo.

Ciruelo de mi puerta, si no volviese yo,
la primavera siempre volverá.
Tú, florece.
                (Anónimo japonés)

Uno piensa que los días de un árbol son todos iguales. Sobre todo si es un árbol viejo. No. Un día de un viejo árbol es un día del mundo.
Este álamo Carolina nació aquí mismo, exactamente, aun­que el álamo Carolina, por lo que se sabe, viene mediante estaca y éste creció solo, asomó un día sobre esta tierra entre los pastos duros que la cubren como una pelambre, un pastito más, un miserable pastito expuesto a los vientos y al sol y a los bichos.
Y él creyó, por un tiempo, que no iba a ser más que eso hasta que un día notó que sobrepasaba los pastos y cuando el sol vino más fuerte y templó la tierra se hinchó por dentro y se puso rígido y sentía una gran atracción por las alturas, por trepar en dirección al cielo, y hasta sintió que había dentro de él como un camino, aunque todavía no supiese lo que era eso, lo supo recién al año siguiente cuando los pastos quedaron todavía más abajo y detrás de los pastos vio un alambrado y detrás del alambrado vio el camino, que es una especie de árbol recostado sobre la tierra con una rama aquí y otra allá, igual de secas y rugosas en el invierno y que florecen en las puntas para el verano, pues todas rematan en un mechoncito de árboles verdaderos.
Por ahí andan los hombres y el loco viento empujando nubes de polvo. Tam­bién ya sabía para entonces lo que era una rama porque, después de las lluvias de agosto, sintió que su cuerpo se hinchaba en efecto aquí y allá y una parte de él se quedó ahí, no siguió más arriba, torció a un lado y creció sobre la tierra de costado igual que el camino.
Ahora es un viejo álamo Carolina porque han pasado doce veranos, por lo menos, si no lleva mal la cuenta. Ahora crece más despacio, casi no crece. En primavera echa las hojas en el mismo sitio que estuvieron el otro verano y por arriba brotan unas crestitas de un verde más encarnado que al caer el sol se encienden como por dentro, pero él ahora no pretende más que eso, esa dulce luz del verano que lo recubre como un velo. Y dentro de esa luz está él, el viejo álamo, todo recuerdo. De alguna manera ya estaba así hace doce veranos cuando asomó sobre la tierra y crecer no fue nada más que como pensarse. Sólo que ahora recuerda todo eso, se piensa para atrás, y no nace otro árbol. En eso consiste la vejez. Verde memoria.
Ahora es el comienzo del verano justamente y acaba de revestirse otra vez con todas sus hojas, de manera que como recién están echando el verde más fuerte (son como pequeños árboles cada una) por la tarde, cuando el sol declina y se mete entre las ramas el álamo se enciende como una lámpara verde, y entonces llegan los pájaros que se remueven bulliciosamente entre las hojas buscando dónde pasar la noche y es el momento en que el viejo álamo Carolina recuerda.
A propósito de la noche, los pájaros y el verano. Recuerda, por ejemplo, a propósito de los pájaros, el primero de ellos que se posó sobre la primera rama, que ha quedado allá abajo pero entonces era el punto más alto, ya casi no da hojas y es tan gruesa como un pequeño árbol. En aquel tiempo era su parte más viva y sintió el pájaro sobre su piel, un agitado montoncito de plumas. Descan­só un rato y luego reemprendió el vuelo. Recién dos veranos después, cuando divisó la primera casa de un hombre y detrás de ella la relampagueante línea del ferrocarril, una montera armó un nido en la horqueta de la última rama. Cortó y anudó ramitas pacientemente y así el álamo se convirtió en una casa, supo lo que era ser una casa, el alma que tiene una casa, como antes supo del camino y del alma del camino, ese ancho árbol floreci­do de sueños. El nido se columpiaba al extremo de la rama y él, aunque gustaba del loco viento de la tarde, procuraba no agi­tarse mucho por ese lado, le dio todo el cobijo que pudo, echó para allí más hojas que otras veces.
Al final del verano los pichones saltaron del nido y los sintió desplazarse temblorosos sobre la rama con sus delgadas patitas, tomar impulso una y otra vez y por fin lanzarse y caer en el aire como una hoja. Un árbol en verano es casi un pájaro. Se recubre de crocantes plumas que agita con el viento y sube, con sólo desearlo, desde el fondo de la tierra hasta la punta más alta, salta de una rama a otra todo pajarito, ave de madera en su verde jaula de fronda.
Ese verano fue el mismo del ferrocarril. Antes viene la casa. No vio la casa por completo, ni siquiera cuando, años después, trepó mucho más alto, sino lo que ve ahora mismo desde el brote más empinado, un techo de chapas que se inflama con el sol y una chimenea blanca que al atardecer lanza un penacho de humo. A veces el viento trae algunas voces.
Con todo él ha llegado hasta la casa en alguna forma, a través de las hojas de otoño que arrastra el viento. Con sus viejos ojos amarillos ha visto la casa aun por dentro, ha visto al hombre, flaco y duro con la piel resquebrajada como la corteza de las primeras ramas, la mujer que huele a humo de madera, un par de chicos silenciosos con el pelo alborotado como los plumones de un pichón de montera.
Con sus viejas manos amarillas ha golpeado la puerta de tablas quebradas, ha acariciado las des­cascaradas paredes de adobe encalado, y mano y ojo y amarillas alas de otoño ha corrido delante de la escoba de maíz de Guinea y trepado nuevamente al cielo en el humo oloroso de una fogata que anuncia el frío, el tiempo dormido del árbol y la tierra.
El ferrocarril pasa por detrás de la casa pero hubo de trepar hasta el otro verano, cuando volvieron las hojas y los pájaros, para entrever el brillo furtivo de las vías cortando a trechos la tierra. Ya había sentido el ruido, ese oscuro tumulto que agitaba el suelo porque el árbol crecía tanto por arriba como por debajo. Por debajo era un árbol húmedo de largas y húmedas ramas nacaradas que penetraban en la tibia noche de la tierra.
Por ahí vivía y sentía el árbol principalmente, por ahí su día era un día del mundo, así de ancho y profundo, porque la tierra que palpitaba debajo de él le enviaba toda clase de señales, era un fresco cuerpo lleno de vida que respiraba dulcemente bajo las hojas y el pasto y sostenía cuanto hay en este mundo, incluso a otros árboles con los cuales el viejo álamo Carolina se comuni­caba a través de aquel húmedo corazón.
Al este, por donde nace el sol, había un bosque. Lo divisó una mañana con sus ojos verdes más altos y todas sus hojas temblaron con un brillo de escamas. Era un árbol más grande, el más grande y formidable de todos. Al caer la tarde, con el sol cruzado barriendo oblicuamente los pastos que parecían mansas llamitas, los ár­boles aquellos ardieron como un gran fuego. Por la noche, el álamo apuntó una de sus delgadas ramas subterráneas en aque­lla dirección y recibió la respuesta. No era un árbol más grande, era un bosque, es decir, un montón de ellos, tierra emplumada, alta y rumorosa hermandad.
¿Por qué no estaba él allí? ¿Por qué había nacido solitario? ¿Acaso él no era como un resumen del bosque, cada rama un árbol? Todas estas preguntas le respondió el bosque, sus herma­nos, noche a noche. Esta y muchas otras porque a medida que se ponía viejo, en medio de aquella soledad, se llenaba de tantas preguntas como de pájaros a la tardecita. Los árboles no duer­men propiamente, se adormecen, sobre todo en invierno cuando las altas estrellas se deslizan por sus ramas peladas como frías gotas de rocío. Es entonces cuando sienten con más fuerza todas aquellas voces y señales de la tierra.
Los animales de la noche salen de sus madrigueras y roen la oscuridad, un pájaro desvela­do vuela hacia la luz de una casa, un bulto negro trota por el camino, los grillos vibran entre los pastos como cuerdas de cristal, un perro aúlla en la lejanía, el hombre se da vuelta en la cama y piensa cuántas fanegas dará el cuadro de trigo.
En este mismo momento, en esta noche tan quieta, la semilla está trabajando ahí abajo, el árbol la siente germinar, siente su pequeño esfuerzo, cómo se hincha y se despliega y recorre, pulgada por pulgada, el mismo camino que ha trazado el deseo del hombre, que ha vuelto a dormirse y sueña con una suave marea de espigas amarillas.
Y fue por ahí, por la tierra, que el árbol tuvo noticias del ferrocarril cuando un día sintió ese tumulto que subió por sus raíces. Tiempo después, luego de divisar la morada del hombre, vio por fin aquella alocada y ruidosa casa que con chimenea y todo corría sobre la tierra, y supo por ella que además de los pájaros gran parte de cuanto vive se mueve de un lado a otro y el viejo álamo, que entonces no era tan viejo pero sí árbol com­pleto, sintió por primera vez el dolor de su fijeza.
Él sólo podía ir hacia arriba trazando un corto camino en el cielo y al co­mienzo del otoño volar en figura según el viento en la trama de sus hojas. En cierto momento, después de la casa, el tren se transportaba entre sus ramas y a veces el penacho de humo llegaba hasta el mismo álamo. Esto dependía del viento, del cual, por instrucción de los pájaros, el viejo álamo había apren­dido a extraer otros muchos sucesos. Según soplase, él agitaba sus hojas como verdes plumas y simulaba temblorosos vue­los.
El viento subía y bajaba en frescas turbonadas por dentro de aquella jaula vegetal provocando, de acuerdo a la disposición del follaje, murmullos y silbidos que complacían al árbol mú­sico.
Todo esto se aprende con los años, un verano tras otro, y luego para el árbol son materia de recuerdo en el invierno. El invierno comienza para él con la caída de la primera hoja. Un poco antes nota que se le adormecen las ramas más viejas y después el sueño avanza hacia adentro aunque nunca llega al corazón del árbol. En eso siente un tironcito y la primera hoja planea sobre el suelo. Así empieza.
Después cae el resto y el viento las revuelve, las dispersa, corren y se entremezclan con las hojas de otros árboles, cuando el viejo álamo Carolina ya se ha adormecido y piensa quietamente en el luminoso verano que, de algún modo, ya está en camino a través de la tierra, por el tibio surco de su savia. La lluvia oscurece sus ramas y la escarcha las abrillanta como si fuesen de almendra. Algunas se quiebran con los vientos y el árbol se despabila por un momento, siente en todo su cuerpo esa pequeña muerte aunque él todavía se sostiene, sabe que perdurará otros veranos.
Hasta que allá por septiembre memoria y suceso se juntan en el tiempo y un dulce cosquilleo sube desde la oscuridad de la tierra, reanima su piel, desentumece las ramas y el viejo álamo Carolina se brota nuevamente de verdes ampollas. El aire ahora es más tibio y el hombre, al que observa desde el brote más alto, recorre el campo y espía las crestitas verdes que acaban de aparecer sobre la tierra.
Para mediados de octubre el viejo álamo está otra vez recubierto de firmes y oscuras hojas que brillan con el sol cuando la brisa las agita a la caída de la tarde. El sol para este tiempo es más firme y proyecta sobre el suelo la enorme sombra del árbol.
Fue en este verano, cuando el sol estaba bien alto y la sombra era más negra, que el hombre se acercó por fin hasta el árbol. Él lo vio venir a través del campo, negro y preciso sobre el caballo sudoroso. El hombre bajó del caballo y penetró en la sombra. Se quitó el sombrero cubierto de tierra, después de mirar hacia arriba y aspirar el fresco que se descolgaba de las ramas, y se quitó el sudor de la frente con la manga de la camisa.
Después el hombre, que parecía tan viejo como el viejo álamo Carolina, se sentó al pie del árbol y se recostó contra el tronco. Al rato el hombre se durmió y soñó que era un árbol.
Haroldo Conti nació en Chacabuco y murió en Buenos Aires en 1976. Fue narrador, autor y director teatral, asistente de dirección cinematográfico y guionista.
Publicó: Examinados (1955, Premio teatral Olat); Sudeste (1960, novela con la que obtiene el Primer Premio de Fabriel Editora); La causa (1960, con mención en el concurso Time-Life); Todos los veranos (1964, libro de cuentos que obtiene el segundo Premio Municipal); Alrededor de la jaula (1966, novela que gana el Concurso de la Universidad Mexicana de Veracruz y es publicada en México y Buenos Aires); Con otra gente (1967, segundo libro de cuentos); Los novios (1968, cuento que es traducido al alemán); En vida (1971, novela ganadora en el concurso Barral y editada en Barcelona); La muerte de Sebastián Arache y su pobre entierro (1972, guión); La balada del álamo carolina (1975, tercer libro de cuentos); Mascaró, el cazador americano (1975, novela premiada por Casa de las Américas).
En 1976 es secuestrado en su domicilio. Desaparece. Más tarde el dictador Jorge Rafael Videla reconoce, ante la prensa extranjera, que Haroldo Conti estaba muerto.

“La derechización es lamentable”

En diálogo con Página/12, este pequeño productor de Arroyo Seco contó detalles sobre los enfrentamientos que provocó la decisión de aliarse con la Sociedad Rural y Aapresid. Afirma que hay una “actitud destituyente”, pero remarca que la movilización actual es menor.

     

 Por Fernando Krakowiak

José Luis Livolti es un pequeño productor agropecuario que cría cerdos en la localidad santafesina de Arroyo Seco. Es coordinador nacional del Movimiento Campesino Liberación, una corriente interna de Federación Agraria que desde el inicio del conflicto cuestionó a la conducción de la entidad. En diálogo con Página/12, contó detalles sobre los enfrentamientos que provocó la decisión de aliarse con la Sociedad Rural y Aapresid y aseguró que el viraje es consecuencia de un cambio en la idiosincrasia y la cultura del productor por la influencia del paquete tecnológico que combina soja transgénica, siembra directa y el herbicida glifosato. Afirma que “hay una actitud destituyente muy fuerte con el único objetivo de bajar las retenciones”, pero remarca que “la mayoría de los productores que apoyaron el conflicto y salieron a las rutas el año pasado hoy no están saliendo”.

–¿Por qué se opusieron a la conducción de Federación Agraria?

–Nos diferenciamos por haber observado el proceso de derechización que la llevó a abandonar las principales banderas que dieron origen a la entidad, aunque formalmente digan que siguen defendiendo los postulados del Grito de Alcorta. No se entiende cómo podrían hacerlo de la mano de los enemigos históricos de Federación Agraria. Además, la conducción reivindicaba el cobro de retenciones, principio con el que nosotros estamos de acuerdo, pero durante el año pasado lo empezaron a decir cada vez menos y ahora directamente piden su eliminación. “Nosotros no decimos que no estamos de acuerdo con las retenciones”, afirma Eduardo Buzzi en sus discursos, pero al mismo tiempo las califica de confiscatorias y desastrosas. Ese tipo de contradicciones y el accionar concreto hizo que fuéramos endureciendo nuestra posición. Intentamos sustraer a la Federación Agraria de esa unidad por derecha con el resto de las entidades, pero no lo hemos logrado.

–¿Cuáles son los intereses que defiende Federación Agraria ahora?

–Defiende a los productores sojeros de la Pampa Húmeda, esencialmente aquellos que están en la franja media de 200 a 500 hectáreas, y lo hacen junto a los grandes sojeros. No se puede sostener la defensa de los pequeños productores y de los agricultores familiares junto a Hugo Biolcati. Ya sabemos cuál es la tradición de la Sociedad Rural. Es una entidad que chorrea sangre. Yo estaba detenido en Corrientes cuando el presidente de la Sociedad Rural de esa provincia era el capitán del Ejército Juan Carlos De Marchi, quien fue juzgado por crímenes de lesa humanidad. Tampoco se puede defender a los pequeños productores junto al vicepresidente de CRA, Néstor Roulet, quien en un acto en Venado Tuerto dijo que a este país lo hicieron grande el campo, el Ejército y la Iglesia.

–Sin embargo, la conducción de Federación Agraria fue ratificada el año pasado luego del conflicto. ¿Cómo se puede explicar eso?

–El sujeto que siempre estuvo en Federación Agraria cambió su idiosincrasia y su cultura por la influencia del paquete tecnológico que combina soja transgénica, siembra directa y el herbicida glifosato. Ese paquete hizo que dejaran de ser pequeños productores diversificados para producir únicamente soja. Además, muchos se convirtieron en rentistas, pues el modelo hizo que dejaran de trabajar, porque les conviene más alquilarle el campo al vecino con más capacidad de producción o al pool de siembra que viene de otro lugar. También aparecieron pequeños empresarios del transporte del cereal y empresas de servicios que con una sembradora, una cosechadora, una monotolva, una fumigadora y una camioneta hacen la siembra y la cosecha de la soja. En muchos casos son hijos de productores a los cuales he visto en la ruta. Este nuevo sujeto se fue incorporando a la Federación Agraria y la entidad pasó de tener entre 2000 y 3000 socios activos a 6000 en el último congreso. Los frutos de ese proceso fueron los que en septiembre de 2008 ratificaron a la actual conducción.

–¿Hubo alguna reunión interna en la que se decidió pasar a representar los intereses sojeros o se fue dando naturalmente?

–Se fue dando paulatinamente, pero en forma acelerada. Cada sesenta días se reúne el consejo directivo de la Federación Agraria y ahí se da el debate. La voz cantante la lleva Eduardo Buzzi y nosotros estamos en minoría, aunque hay que decir que en un momento un número no menor de directores nos acompañó en una votación donde nos opusimos a la participación de la entidad en el corte de cinta y en la inauguración de la Exposición de Palermo de la Sociedad Rural. Sin embargo, por entonces ya venía el viraje a la derecha, apoyado sobre la base de aquel falso concepto de la que la unidad del campo está por encima de todo. Nosotros cuestionamos este precepto porque creemos que la unidad en sí misma no sirve si no se dice para qué. Nos da la sensación de que hay una actitud destituyente muy fuerte con el único objetivo de bajar las retenciones.

–Usted reconoce diferencias con la conducción de la entidad, pero las internas que trascienden son las que mantiene Buzzi con Alfredo De Angeli.

–Trascienden más esas diferencias porque los actores que son parte de esa disputa están permanentemente en los medios y las dejan trascender. Eduardo Buzzi opina que la derecha de Federación Agraria está representada por Alfredo De Angeli y De Angeli piensa que Buzzi tiene que defender incluso a los sojeros que producen hasta 4000 toneladas. Lo concreto es que los dos están juntos en la Mesa de Enlace y coinciden en la defensa del paquete tecnológico sojero.

–Incluso se han aliado con la Asociación de Productores en Siembra Directa, la entidad que mejor representa a los pooles de siembra.

–En Aapresid están representadas todas las organizaciones empresariales y técnicas que apoyan y fundamentan la filosofía de la soja transgénica y su cultivo. Cuando la Federación Agraria sostenía las banderas del Grito de Alcorta estaba en las antípodas de Aapresid, pero cuando las cuatro entidades se unieron en defensa del paquete tecnológico cerraron filas con Aapresid y hoy son la misma cosa. En Federación Agraria también hubo un debate sobre este tema cuando Eduardo Buzzi y Alfredo De Angeli estuvieron en el último congreso de Aapresid y fueron poco menos que galardonados.

–¿También hubo debate cuando se decidió firmar una solicitada oponiéndose a la estatización del comercio exterior de granos?

–El debate fue posterior, porque la verdad es que esa solicitada se firmó sin consultar. En una reunión de los presidentes de consejos regionales de Federación Agraria hubo un fuerte cuestionamiento por haber aparecido junto a los enemigos históricos oponiéndonos a uno de los postulados de la entidad. Buzzi intentó sacarse el lazo echándole las culpas a los que están al lado de él, pero todos los federados sabemos que es muy difícil que salga un comunicado sin que lo conozca el presidente. El proceso de derechización de la Federación Agraria es lamentable, pero es una realidad a la que nos tenemos que acostumbrar.

–¿No se puede revertir?

–Es un deseo, pero es parte de un proceso que va a ser largo. Va a haber que articular con otras fuerzas internas con las que hay coincidencias, pero además es necesario articular con otras organizaciones agrarias que no están representadas por la Mesa de Enlace. La mayoría del campo está en otro lado. Está en las economías regionales, en la agricultura familiar y en los pueblos originarios. Hay otro campo que es mucho más grande numéricamente y que económicamente podría representar muchísimo más y ser la garantía de la soberanía alimentaria.

–Federación Agraria también buscó representar a ese sector.

–Se había incluido a los agricultores familiares en un intento por representarlos, pero en este último proceso se decidió privilegiar a los sojeros medianos y grandes. En un momento, Federación Agraria impulsaba el tema de uso y tenencia de la tierra y participaba en el Foro Nacional de Agricultura Familiar. Sin embargo, el año pasado el principal referente del Foro, Pedro Cerviño, fue expulsado de Federación Agraria y se levantó una resolución congresal que preveía la realización durante 2008 de un congreso sobre uso y tenencia de la tierra. El consejo directivo levantó esa iniciativa argumentando que no había financiamiento y que estábamos en un año complicado debido al conflicto, pese a que nosotros decíamos que justamente ése era el momento para debatir.

–Usted señaló que observa una actitud destituyente. ¿Cree que el lockout y los nuevos cortes de ruta buscan desestabilizar al Gobierno?

–De la mano de la pelea por las retenciones el objetivo es avanzar todo lo que se pueda. Al conflicto se subió una derecha política que no cuestiona sólo las retenciones, sino la estatización de las AFJP, de Aerolíneas Argentinas, el juzgamiento a los genocidas o la política internacional de relacionarse con países como Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador. Nosotros creemos que todas esas decisiones han sido correctas. También hubo cosas malas, como el veto a la Ley de Glaciares o la decisión de pagarle en un solo acto al FMI, pero nos preocupa que se presione para revertir lo que consideramos positivo. Muchos lo expresan en las rutas, como De Angeli cuando dice que al que no le gusta este país se tiene que ir a Cuba o a Venezuela. Para nosotros, en cambio, hay que aprovechar esta oportunidad histórica que plantea la crisis para nacionalizar las palancas claves de la economía. Apoyamos que se cree un ente de regulación del mercado de granos y creemos que es necesario impulsar un shock redistributivo.

–El año pasado la protesta logró un respaldo masivo en algunos actos, ¿cómo ve la situación ahora?

–La masividad está lejos de ser la misma. La mayoría de los productores que apoyaron el conflicto y salieron a las rutas el año pasado hoy no están saliendo. Quedan los sectores más activos. Algunos socios de Federación Agraria y productores sojeros autoconvocados.

–Ellos afirman que la baja de las retenciones es indispensable porque la sequía afectó los rindes de la soja.

–Solamente en las áreas de sequía que fueron muy puntuales y restringidas, pero la gran mayoría va a obtener rindes normales. Por lo tanto, los productores medianos y grandes pueden afrontar las retenciones sin problemas, sobre todo en la Pampa Húmeda.

fkrakowiak@pagina12.com.ar

sábado, 21 de marzo de 2009

La salud, más importante que la soja

La medida suspende la utilización del producto en la ciudad de San Jorge, corazón del monocultivo de soja, ante un recurso de amparo presentado por vecinos. Productores marcharon al juzgado en defensa de las fumigaciones.

 Por Darío Aranda

Ailén tiene sólo 2 años, pero ya conoce la faceta más silenciada del cultivo de soja: cuando tenía cinco días de vida sufrió su primera intoxicación con agrotóxicos. Desde ese momento, cada fumigación es un camino directo al hospital, y todos los días recibe un cóctel de medicamentos para poder respirar. Ailén tiene los ojos color miel y la tez blanca, vive en San Jorge, centro-oeste de Santa Fe, pleno corazón del monocultivo, y su casa está a diez metros de una plantación de soja. Cada vez que las avionetas rocían los campos, se repiten las alergias, intoxicaciones y problemas respiratorios. En base a estos padeceres y estudios médicos, la Justicia acaba de prohibir las fumigaciones con el agrotóxico Roundup, pilar de la industria sojera mundial y propiedad de la multinacional Monsanto. La medida privilegia la salud por sobre la actividad económica. Los productores agropecuarios santafesinos estuvieron lejos de aceptar el fallo: marcharon hacia el juzgado en defensa de las fumigaciones.

San Jorge está ubicada a 144 kilómetros de la capital provincial. Viven 25.000 personas y se la conoce como la “capital de la industria alimentaria”, por su pasado con gran variedad de cultivos, aunque desde hace una década reina la soja. En el barrio Urquiza, en las afueras de la ciudad, frente a campos con la oleaginosa, predominan las casas bajas aún sin terminar. “No estamos contra los sojeros, sólo queremos cuidar a nuestros hijos. Y todos acá sabemos que cuando fumigan, los chicos sufren”, resume Viviana Peralta, mamá de Ailén e impulsora del recurso de amparo, que fue acompañada por otras veintidós familias y el Centro de Protección a la Naturaleza (Cepronat).

El juez Tristán Martínez –del Juzgado Civil, Comercial y Laboral 11– hizo lugar al amparo el lunes último y ordenó la suspensión inmediata de las fumigaciones en adyacencias de la zona urbana de la ciudad, hasta que el Concejo Deliberante y el Municipio se hagan eco de la ley 11.273 (sancionada en 1995) y determinen qué zonas pueden ser rociadas con agrotóxicos.

La soja sembrada en el país ocupa 17 millones de hectáreas de diez provincias y tiene nombre y apellido: Soja RR, de la empresa Monsanto. Se llama así porque es “Resistente al Roundup”, nombre comercial del glifosato, herbicida vendido por la misma empresa. El químico se rocía sobre la maleza, que absorbe el veneno y muere en pocos días. Lo único que crece en la tierra rociada es soja transgénica, modificada en laboratorios. La publicidad de la empresa clasifica al glifosato como inofensivo para el hombre. La abogada patrocinante, Gabriela Ferrer, piensa diferente. “Los cuadros de broncoespasmos se agravan en épocas de fumigación. Los médicos han recomendado abandonar las casas cada vez que haya fumigaciones. Aunque se encierren en sus viviendas, se repiten durante días los dolores de cabeza, los problemas de garganta y la irritación de ojos”, detalla en la presentación judicial, que apunta contra los productores sojeros, la Municipalidad de San Jorge y el Ministerio de Producción provincial –que rechazó hablar con este diario–. Ambos espacios gubernamentales son responsables, por ley, de delimitar qué zonas deben ser destinadas a cultivos y qué espacios estar libres de agrotóxicos.

El amparo también avanza contra el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria. “Según el Senasa, el principio activo del glifosato está clasificado en la categoría de menor riesgo toxicológico, pese a que investigadores nacionales e internacionales han probado su alto grado de toxicidad y sus nefastas consecuencias sobre la salud”, detalla el amparo.

Las familias denunciantes y el Cepronat forman parte de la campaña “Paren de Fumigar”, iniciativa que denuncia los efectos sanitarios de los agrotóxicos y busca detener el uso de herbicidas perjudiciales a la salud y al ambiente. Su fundamento es el artículo 41 de la Constitución nacional. “Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras.”

Ayer a la tarde, tres días después de la prohibición judicial, Viviana Peralta (la impulsora de la denuncia) aún no había salido de su casa por temor a represalias. El pueblo, zona de monocultivo por excelencia, estaba convulsionado por el veto a las fumigaciones. Los productores sojeros no paraban de llamar a las radios locales, criticaban a las familias fumigadas y hasta se reunieron fuera del juzgado, para exigir que el juez se retracte.

“Los ‘gringos’ (productores de soja) andan diciendo por todos lados que nosotros dejamos mal parada a la ciudad. Es mentira, sólo queremos cuidar la salud de nuestros hijos”, explica, preocupada, la mamá de Ailén. “Soy nacida aquí. Mis seis hijos nacieron aquí. Siempre vivimos tranquilos, pero desde que llegó la soja todo cambió. Ya no se puede vivir por el veneno y no se puede hablar mal de la soja porque te saltan encima, te declaran enemigo. Les importa más el dinero que la salud de nuestros hijos”, lamenta.

Mujeres ajadas

En Mendoza 25.000 personas dependen de la cosecha del ajo. Alrededor del 42% del empleo es en negro, se trabajan 15 horas de corrido por salarios ultrabajos y con la explotación de niños y niñas. Las mujeres ajeras se organizaron para reclamar contra la sobreexplotación, formar un sindicato y pedir por jardines maternales y escuelas para que los chicos aprendan mientras sus madres trabajan. El reclamo del campo que hacen las que cortan el ajo.

Por Roxana Sandá

La obrera del ajo Antonia Trigo les está enseñando a las trabajadoras más jóvenes que en Mendoza hay varios mundos paralelos. El de la Fiesta de la Vendimia, donde semanas atrás niñas y niños “del otro campo” se lucieron en carrozas pintadas, con sus ropas nuevas y las caras rellenas de tanta bonanza. Y uno muy diferente, de las cooperativas, con familias de a pie y trapos viejos, al rayo partido, sin agua potable ni comida, las caras quemadas y las manitos ampolladas y deformes de tanto cortar ajo. “Para que esto deje de ocurrir”, les inculca Antonia a las más jóvenes de Rodeo del Medio, en el departamento de Maipú, “las mujeres debemos crear nuestro sindicato, exigir guarderías infantiles y talleres de aprendizaje escolar en los lugares de trabajo rural. Que la jubilación, la obra social, el aguinaldo y los feriados dejen de ser un idioma extraño”. A la fecha, ni el gobierno provincial, ni el Ministerio de Trabajo ni la Justicia local tomaron medidas contra las empresas, pese a que la situación fue revelada por este diario en febrero de 2008, a partir de una denuncia de la Fundación La Alameda.

El último amago de buena noticia es que al menos tres embajadas que representan los principales destinos de productos mendocinos solicitaron informes a la fundación sobre cuáles son las empresas que exportan a algunos países de Europa y América, para pedir sanciones comerciales. Se estima que en esa provincia unas 25.000 personas dependen de la cosecha del ajo.

“Pero todo sigue igual”, lamenta Marta Molina, de 54 años, trabajadora rural desde niña y compañera de Antonia durante la última década en la firma El Resguardo-Campo Grande, hasta que las despidieron por reclamar sus derechos laborales. Se trata de una de las exportadoras de ajo más grandes de Mendoza, que ocupa a unas 450 personas provistas por “cooperativas truchas, como la de Trabajo Agrícola Colonia Barraquero, de la cual dependíamos”, explica Marta. Según índices oficiales, la tasa del trabajo en negro en la región asciende al 42 por ciento, del cual la mitad corresponde a personal dependiente de las cooperativas de trabajo que manejan la mano de obra esclava e infantil de las empresas.

Sin horarios prefijados, cada jornada alcanza las 15 horas corridas según la demanda. No hay francos ni licencias por enfermedad, embarazo o maternidad. En el campo, familias enteras se dedican al corte del ajo. No figura edad límite: es suficiente con que los niños sepan utilizar las tijeras y los bebés sean depositados a la sombra de los yuyales en las acequias. En los galpones de pelado y empaque, mujeres y hombres trabajan parados y deben cargar cajas de hasta 20 kilos.

“Por cada caja de 10 kilos de ajo que embalamos pagan $2,29 pesos, mientras que la empresa embolsa 18 dólares por caja en el mercado externo. Se cobra por quincena, y de ahí la cooperativa descuenta el 5 por ciento para realizar los aportes patronales que, por supuesto, jamás hicieron”, detalla Marta. “Los dueños de la cooperativa obligan a los trabajadores a empadronarse como monotributistas para evitar compromisos como empleador. Muchas compañeras que estaban por jubilarse iban a la AFIP a consultar por sus aportes y descubrieron que éstos no existían. Terminamos apareciendo como deudoras de la administración pública. La impunidad es total: además de destruirnos, le debemos al Estado.”

Cuenta Antonia que el abuso alcanza ribetes bizarros, “al punto que la empresa invitó a los trabajadores a iniciarle juicio a la cooperativa Colonia Barraquero por esas irregularidades, como ellos denominan a la opresión a la que nos someten”.

Colonia Barraquero maneja la mano de obra de unos 17.000 empleados en varias provincias. En noviembre de 2007, las obreras de Mendoza encabezaron una movilización en protesta por la sobreexplotación y el trabajo en negro, que fue reprimida por Gendarmería cuando aún gobernaba Julio Cobos. Uno de los obreros, Carlos Erazo, murió dos meses después a raíz de los golpes sufridos.

En junio, tras comprobar el fraude laboral en que incurría la cooperativa, el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes) le retiró la autorización para funcionar. Pero Colonia Barraquero sigue operando.

“Contra esto sólo podemos oponer la lucha de las mujeres ajeras organizadas. 2009 debe ser el año en que en Mendoza dejen de existir los niños esclavos”, sostiene Antonia, que integra el nuevo Sindicato de Ajeros, en contraposición al de Frutas y Hortalizas liderado por Lucio Quilpatay.

“Vamos a intimar a las empresas a que incorporen en los sitios de trabajo guarderías obligatorias para los más pequeños, que permitan un desarrollo adecuado a sus edades, con atención de profesionales capacitados”, destaca. “Y talleres de formación y recreación para los más grandes, donde aprendan a defenderse en la vida mientras disfrutan de su niñez.”

Al reclamo se sumó la secretaria adjunta de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), Raquel Blas, quien exige al Ejecutivo provincial que adopte medidas políticas concretas. “Si queremos combatir el trabajo infantil, hay que apuntar al no abandono infantil –declaró al diario El Sol–. Hago responsable al gobierno si muere algún chico por abandono.”

Por su parte, el diputado nacional y apoderado de la CGT, Héctor Recalde, se comprometió a evaluar la elaboración de un proyecto de ley que prohíba específicamente esas prácticas laborales en el sector ajero.

Antonia y Marta volvieron a Buenos Aires hace unos días, para acordar acciones comunes con funcionarios del Ministerio de Trabajo y para articular estrategias con algunas legisladoras, como la diputada nacional Cecilia Merchán (Libres del Sur), que adelantó a este suplemento su intención de redactar un pedido de informes sobre el caso y “tender líneas con el Ministerio de Desarrollo Social, la CTIO y la Secretaría de Derechos Humanos, para generar las herramientas que ayuden a resolver el problema”.

El año pasado, una adolescente boliviana de 17 años que había llegado a la provincia como trabajadora golondrina para la cosecha del ajo falleció aplastada por un árbol mientras dormía en una carpa de la finca De Marchi, ubicada en la ruta 92. Esa muerte constituye un hecho tan habitual como las manos lastimadas de Antonia y Marta por el pelado y el corte, las piernas de miles de mujeres moradas de várices por las horas en pie y las hernias a fuerza de levantar cajones.

“Ahora lo que en verdad importa –advierten Antonia y Marta– es que las obreras del ajo rompimos las ristras usadas como cadenas y desenmascaramos la hipocresía de una Mendoza pujante y ejemplar. Sabemos que la única manera de conquistar nuestros derechos es organizándonos, aunque eso nos lleve años y palos sobre nuestros cuerpos.”

miércoles, 11 de marzo de 2009

Enseñazas socialistas de nuestros pueblos originarios

Por: Rafael Pompilio Santeliz - APORREA.org

  
   

Frente a la ilegitimidad o crisis civilizatoria de occidente, emergen las civilizaciones ocultas que durante años de opresión han aprendido resistiendo. En el imposible esquivo intercultural han modificado sus imaginarios, costumbres y formas de vida, pero también han crecido en dignidad. El camino hacia una reconstrucción de la dignidad del ser humano permite vislumbrar horizontes civilizatorios de mayor altura, correspondientes al trazado de una nueva era histórica

Estos pueblos construyen sus derechos ciudadanos que se encontraban secuestrados por los “usos y costumbres” del poder. En ellos se encuentran lecciones milenarias de resistencia que implican necesariamente el silencio, el secreto y la clandestinidad ya reseñada en el mismo Popol Vuh. El silencio al hablar con extraños sobre su situación actual es una estrategia de sobrevivencia que ha sido largamente empleada por los mayas. El silencio se ha convertido en una afirmación de la identidad y un capital simbólico con el que los grupos subalternos construyen frágiles defensas respecto a los centros de poder. La táctica del silencio implica también, asumir una actitud de no colocarse al nivel del otro, dejarlo que se embriague y ahogue en el mismo jugo de sus contradicciones. Incólume ante los deseos y maneras de ser de una patología ajena y occidental. Esto tiene que ver con haber concebido o sentirse parte de un proyecto de larga duración histórica.

Lo que se observa en las llamadas comunidades en resistencia, es que los indígenas en vez de racionalizar la violencia, buscan otros sentidos mediante la creatividad y la imaginación en las estrategias cotidianas de reconstrucción. Parte de su identidad se reconfigura, a través de nuevos y dolorosos caminos. En la medida en que la violencia sucia y el terror destruyen el sentido de lo amado, la gente se esfuerza por recrearlo a través de la resistencia, el respeto mutuo, el humor, la ironía, la esperanza y la voluntad.

Para nuestros pueblos originarios la trampa positivista del progreso se evade con recelo y audacia. Han desplegado lo que podríamos llamar su dimensión utópica. Es decir, trabajan para construir ese futuro que ya es nuestro. Reiteran un proyecto de una vida digna para todos. Proponen un mundo en que nadie los venga a cuidar ni a representar. Quieren diseñar y aplicar sus propios proyectos para salir de la pobreza en que vivimos, sin necesidad de ser dependientes, ni de pedir permiso o autorizaciones. Una nueva relación con sus gobernantes porque así nos respetan y los respetamos, nos obedecen y los sabemos obedecer.

Estas comunidades del sureste de México son una muestra de una reconstrucción en todos los sentidos: casas, economías, definiciones personales y culturales. Lo que se va a crear nunca podrá ser igual a lo que existía. La inspiración en un socialismo milenario se palpa en cada acto. A las personas que realizan labores organizativas en los trabajos comunales no se les llama autoridades, sino “Gente con trabajo” (ayteya’tel). Se subraya así que su función no es mandar, sino servir. Quien obedece la palabra dada por la comunidad, “obedece la palabra que manda trabajo colectivo”. Ch’ujun significa no sólo obedecer sino también creer en lo que se hace. Las autoridades elegidas no obedecen en forma superficial sino que creen y realizan el “acuerdo” comunal. En ello opera “la palabra” como cosa santa. Los cargos imponen rotación y un constante ir y venir en la consulta colectiva.

El que ha desempeñado diversos cargos de manera eficiente y ha cumplido con los “acuerdos” se les reconoce con el calificativo de “Principal”. Los Principales tienen trabajos civiles y espirituales al mismo tiempo. En algunas ocasiones, ayunan y reflexionan todo el día como parte de un proceso para resolver una dificultad. Por ello un habitante del pueblo de Guaquitepec señala: “Si no honramos a los principales, no será el pueblo un solo corazón y empezaremos a pelear entre nosotros”.

Los principales igualmente trabajan como peones, en las faenas comunitarias. La comunidad cuida la integración, la protege con virtudes, la santifican. El egoísmo es un sin sentido ya que es la forma de quedarse solo. El individuo tiene que estar con la comunidad y estar contra ella es como estar contra sí mismo.

En ellos existe la categoría: “ver lo bueno”, “ver lo bueno de los compadres, de los ancianos, de todos aquellos con los que no queremos pelearnos o estar mal”. Son formas de relación personal ritualizadas, referenciales de lo sagrado. Estas formas fortalecen las dinámicas comunitarias de solidaridad. Antonio Paoli da un ejemplo de estas relaciones personales en el diálogo de despedida de dos comadres:

- Que tengas el poder de mirarte a ti misma permanentemente. Cuida bien a los niños, mira bien a los niños que ellos sólo están felices.

- Está bien, comadre, gracias.

Esta “extraña” despedida quiere subrayar la gran diferencia de conceptos que tienen los tzeltales en relación con el mundo occidental. No se le dice a la comadre que esté bien, sino se desea que aplique el mecanismo para estar bien, y eso es verse a sí mismo, conocerse. Relaciones de cortesía como esta con frecuencia hace que los encuentros personales sean agradables y la comunidad se fortalezca. La visita lleva a la inmediata comida y la despedida a un obsequio. El respeto es una forma de estrechar vínculos, de prever conflictos. La falta de él herirá y entorpecerá diversos procesos comunales. Estiman que “si no hay un medio ambiente de paz, tampoco habrá respeto entre nosotros y el respeto es lo verdaderamente nuestro, nuestro derecho a la vida profunda”.

Cuando ocurren las desavenencias se apela a un mecanismo denominado Ch’abajal, el cual supone un proceso para pasar de la tensión a la relajación, de la enemistad a la fraternidad, de la bulla al silencio. Puede ser un proceso entre dos personas, entre dos o más familias, entre comunidades distintas. Implica la voluntad de reintegrarse, de dejar atrás los agravios, los malos entendidos. En nuestra idiosincrasia sería: Volvamos a amigarnos.

Otro elemento cultural caracterizador de estas comunidades es el Ts’ikel cuya mejor traducción es tolerar. Se suele decir: “No podemos arreglar los problemas de la comunidad sin que alguien tolere a otros. (...) Hay que aguantar y esperar el momento de actuar con sensatez, porque estamos mejor dispuestos para aceptar nuestras propias faltas cuando vemos que el otro ha tolerado nuestras impertinencias”

El ts’ikel está unido al sujtesel co’tantic (“el regreso a nuestros corazones”). Esta connotación va más allá del “perdón” cristiano. En algunas oportunidades cuando alguno o algunos protagonistas de un conflicto no pueden realizar el “juicio de regreso al corazón” puede recibir castigos de la comunidad. Podría permanecer amarrado a la intemperie por varios días con sus noches, sin comer ni beber, hasta que entre en razón.

Actúa en los conflictos la organización comunal buscando la causalidad. “Desde el principio tenemos que ver la causa de la dificultad”. Se busca “arreglar la complicación que se ha iniciado y de esta manera eliminarla”. No es necesario firmar un acta, “lo que sí es verdaderamente importante es reunirse. En estas reuniones se lleva también a los niños para que vean el problema y que sepan que eso no puede volver a suceder otra vez”. Se trata, a como dé lugar “regresar a nuestros corazones porque así nace la vida (...) el ambiente de paz regresa otra vez porque ya somos un solo corazón”.

Para estas comunidades, la vida que es el espíritu, requiere de la integración comunitaria, de un ordenamiento social con sus regularidades y sus reglas, de la autoridad moral que la comunidad ha depositado en los principales, así como de múltiples articulaciones entre la familia, entre familias, entre compadres y amigos, entre los trabajos que se intercambian para formar una integración colectiva.

Para ello se apela a estas actitudes virtuosas, se teoriza sobre ellas, se practican, se ritualizan, para constituir un conocimiento aplicado sistemáticamente, controlado mediante el discurso y la observación social, que no atañe sólo a los adultos. Una moral social donde también los niños son copartícipes del regreso del corazón para conformar la vida del espíritu. El sentido de estas prácticas se expresa como la búsqueda de un lelkilcuxlejal (la buena vida).

El acceso a la tierra y el uso del ecosistema pasan por los valores y las regulaciones de la comunidad, por sus trabajos, por sus arreglos, su cooperación y su justicia. Si desaparece el trabajo común y el sentido colectivo de la tierra inevitablemente desaparecerán estas formas de ser y de pensar. El nosotros predomina no sólo en el hablar, sino también en la vida, en el actuar, en la manera de ser del pueblo.

Esta combinación de rebeldía de la otredad penalizada y la organización colectiva sin mediciones ni jerarquías, con mandatarios revocables, sumados a la convicción de que las estructuras de poder reproducen siempre las otredades, da una validez universal y le permite formular un nuevo horizonte. Es allí donde la sociedad occidental no tiene respuestas y donde las que aventuró Europa del Este tampoco aportaron solución.

En estas “reconstrucciones” se han reforzado la fiesta como concepto necesario. En las comunidades indígenas, las tradiciones festivas son una especie de motor que impulsa plazos, que crea compromisos: vista socialmente la fiesta es un calendario –un reloj y un programa de trabajos– que relaciona íntimamente las temporadas y quehaceres del año agrícola. Estas tareas estipuladas en “el plan” miden y delimitan su propio tiempo y les da un sentido no sólo religioso: sirven para “volver al corazón, es decir, bajo lo lúdico se resuelven querellas o contradicciones internas en el seno del pueblo.

Uno de los signos más relevantes de esta lucha por encontrarse a sí mismos es la búsqueda de una salida política y social ante la cultura del “progreso”. Por ello refuerzan “el darle peso a la “palabra”, se intenta con esta práctica recuperar el valor de las personas, donde los compromisos tengan el valor que les confieren las personas. Se procura crear un equilibrio entre la historia, la tradición (lo que permanece) y lo que aparece renovado en la transformación continua.

Alfredo López Austin define la situación de este modo: “Una vida en la que se parte del individuo, pero porque representa un gran valor dentro de su comunidad. Considerando que dentro del conjunto de sus tradiciones, su sentido de colaboración es un valor importante, algo contrario al desgaste del individuo en la sociedad neoliberal. No es lo mismo atomizar que individualizar”. El modelo que puede surgir es que el individuo vale porque no está aislado sino potenciado por su pertenencia a distintos órdenes sociales.

La lucha de los pueblos indígenas se inscribe en una perspectiva histórica de largo alcance que les permite vislumbrar la posibilidad de modos de organización social distintos. Obligados por los constantes desplazamiento, despojos de sus tierras, enfrentamientos entre sí y después a convivir, las comunidades refuerzan sus prácticas de relación consensual, aprenden a concebir la diversidad sin jerarquías y respeto por el otro. Tejen redes de resistencia muy horizontales. Tradición y realidad se combinan para ir construyendo la utopía de un mundo en el que quepan muchos mundos como una modalidad posible y diferente.

Frente a una generación marcada por el manualismo, incapacitada estructuralmente para crear nuevas culturas política, nuestros pueblos originarios dan muestras de Otra forma de ver la vida. Inspirarse en lo propio es descubrir los orígenes, mirando el pasado con rostro de futuro.

martes, 10 de marzo de 2009

Mendoza Siglo XXI: Vivir de la basura en "El Pozo"

 Ulises Naranjo
MDZOL

¿Cómo es la vida en un basural? Los desechos, los negocios, las jerarquías, los ricos y los pobres, el agua y el fuego. Una investigación de MDZ para echar luz sobre un aspecto de cómo transita la provincia por el tercer milenio.

"Con los camiones especiales vivís sin gastar nada. Son los camiones de los barrios platudos y los supermercados. Ahí tenés comida y bebida, ropa, zapatillas y hasta juguetes para los chicos y celulares para toda la familia. No sabe usted las cosas que tira la gente a la basura…"

Un obrero de "El Pozo", el basural de Godoy Cruz

Un kilo de arroz sale $0,60 y un kilo de azúcar un pesito; comprás tres yogures por un peso y la gaseosa de dos litros y un cuarto vale $1; dos sachets de leche cuestan $1,50 y una caja de leche de un kilo a cinco pesos. En el queso, la carne y los chorizos los tenés a mitad de precio, pero hay que tener suerte, porque se los vuelan. ¿Dónde se preguntará el lector puedo ir a comprar con estos precios? No lo haremos esperar por su respuesta: al oeste de sus vidas, en El Pozo, el basural del Fachinal.

¿El estado de los alimentos? Bueno, a decir verdad, amigos, en El Fachi, el Estado no existe y no se practica el ejercicio de andar mirando el detalle. Es así: todo es distinto al oeste de todo (de la ciudad, las pantallas, las piscinas, la Casa de Gobierno y la Legislatura, las municipalidades, los splits, las vacunas, las empresas, los juzgados). Allí, resulta ser que la vida tiene otras maneras de manifestarse y hay cientos de personas que se ganan la vida, como casi todos allí, decentemente, aunque metiendo mano en la basura. Vamos a conocer un poco del mundo de la basura en Mendoza. Se recomienda usar, por lo menos, guantes y barbijo.

Cuestión de poder

El basural del Campo Pappa, al oeste de Godoy Cruz es una síntesis de la Mendoza del tercer milenio. Aunque parezca mentira, allí, entre las montañas de bolsas de desperdicio, hay de todo, incluyendo las categorías de ricos y de pobres y un negocio que mueve decenas de miles de pesos y es fuente laboral de unas 350 personas de manera directa.

Veamos cómo funciona y antes que nada aclaremos respecto de nuestros informantes que, si bien citaremos a algunos, los comentarios más pesados correrán por cuenta de los que nos pidieron no ser evidenciados y preservaremos estas fuentes. Así será porque cada bolsita de basura que va a parar allí, tiene dueño y, como en toda organización, hay jerarquías y modos de ejercer la conservación del poder.

Decíamos que la basura que llega al Campo Pappa, antes de ingresar, ya tiene destino, pues cada camión que entra tiene su dueño y, de cada carga, se obtendrán unos 60 pesos para quien separa los desechos y dos o tres veces más para quien los compra, que es, a la sazón de este caso, una sola empresa: la chacarita de El Coral, quien, junto a su hermano, El Buche, son las únicas personas que ingresan sus camiones al basural (y no cobran el flete) para sacarlos llenos de materiales como cartón, planilla (así se le llama al papel blanco), acrílico, vidrio, metales, envases PET, plásticos... Así ocurre con los desechos inorgánicos, con los orgánicos, ya veremos, el procedimiento es otro.

Ya en la chacarita, las cargas son pesadas y se le paga al "dueño del camión" el dinero que corresponda. En tanto más camiones tengás, más plata recaudás. Aquí, la mayoría tiene un camión, sin embargo, hay familias que tiene hasta seis camiones. Aquí, a la mayoría le toca un camión cada dos días, pero hay quienes tienen varios por día. Aquí, hay quienes, si no pueden ir a trabajar, ceden su carga a un vecino, pero también hay quienes jamás la ceden. Aquí, hay quienes tienen un camión.

La crisis, en este ámbito, ha pegado durísimo. A los que separan en el basural o bien recogen subrepticiamente cargas por las calles. Hace unos meses, las chacaritas les pagaban mucho más que ahora.

El cartón, por ejemplo, estaba a $0,50 el kilo y ahora está a $0,10. El acrílico bajó de 0,80 a 0,20 centavos por kilo. El vidrio fue de 0,15 a 0,05 y la planilla de 0,60 a 0,25.

- Eso es lo que nos dan ahora en la chacarita, nos comenta un joven, resignado.

Luego, como en un sueño, a la chacarita ingresan "tremendos camiones último modelo, los grandotes, así tipo semi" que se llevan toneladas de basura reciclada prensada a destinos como Buenos Aires y Rosario. El precio de un camión cargado: decenas y decenas de miles de pesos, de acuerdo al contenido de ocasión.

La búsqueda del tesoro

Hay tres tipos de camiones: los embanques (con escombros, que llegan durante todo el día), los municipales (con residuos domiciliarios, que llegan de 21 a 2, sobre todo) y los especiales (con desechos de supermercados y de barrios privados, que llegan sobre todo al mediodía).

- Esos son los que llegan, m’hijito, porque hay un circuito paralelo. Lo más común es que un camión antes de llegar al basural, deje puñados de bolsas en otro lugar o las tiren a una camioneta que los espera. Esa es la carga que van separando los recolectores y ahí todo lo que hay vale platita…, nos dice un abuelo, con cara de pícaro.

De hecho, también es cierto que los recolectores más viejos y los acomodados son los que tienen mejores circuitos de trabajo: van a barrios privados, supermercados, restaurantes, sangucherías, centros comerciales y calles más distinguidas.

El caso de los "especiales" es especial, porque allí vienen mucho desecho orgánico. Lo que resulta insalvable, se destina a los animales: chanchos y perros, por ejemplo, y el "verdeo" podrido (vegetales) para los caballos. Lo "salvable" tiene otro destino: el consumo humano. Así, algunos muchachos, por la mañana recorren el barrio empujando un carrito con ruedas con comida que ha sido tirada a la basura.

- Y a usted le termina conviniendo comprarles a ellos, porque las cosas no están feas feas, dice una señora que espera su hijo número ocho.

Todos los que revuelven la basura tienen la secreta esperanza de encontrar un tesoro. Algunos de los hallazgos, circulan de boca en boca y de generación en generación, a modo de testimonio de que, en definitiva, la buena estrella existe, aún en El Pozo.

- Todos los que trabajamos en el El Pozo tenemos celulares que hemos sacado de la basura. Una vez, en una lata de leche Nido, un chico se encontró cinco mil dólares. También han aparecido anillos de oro, billetes, cadenitas, armas desarmadas… Mi hermano, por ejemplo, se encontró $ 9.000 y se compró la camioneta, nos comenta Graciela, que tiene cincuenta años, doce hijos y veinticinco años de trabajo en El Pozo.

No obstante, no todo es oro en la vida: más de una vez, le ha tocado ser protagonista de otros hallazgos: "He visto bebés (fetos) en cajas de zapatos o bolsas de supermercado y una vez en una bolsa venía una pierna de hombre".

Graciela, una de sus doce hijos y una bisnieta.

- ¿Qué les hace falta, Graciela?

- Nada… Bueno, póngale que estaría bueno que pusieran baños químicos acá en los playas y no a un kilómetro de aquí. Y un playón de cemento para clasificar la basura y lo más importante, que tuviéramos agua acá para tomar y para lavarnos… ¿Sabe por qué sale humo de los basurales?

- No, dígame, Graciela.

- Porque aquí, a la noche, se queman cosas para poder ver, porque no hay reflectores. Y se quema lo que no se puede vender, materiales que contaminan el aire. ¿Sabe cómo debo tener los pulmones y la columna yo, que llevo 25 años acá.

- No, dígame, Graciela.

- No sé, mal debo tenerlos.

La empresa privada

El futuro no es largo para el mundo de "El Pozo". Es que pronto, quizás en un par de años, toda esta tarea pasará a manos de una empresa privada que, según nos cuentan, se llama Ambiental Cuyo, una sociedad anónima con domicilio en Buenos Aires, que ya recibió la adjudicación de la obra por parte de la Municipalidad de Godoy Cruz, durante la actual gestión de Alfredo Cornejo.

El proyecto asegura que la empresa, ampliaremos en otra nota, construirá una planta de tratamiento de primer nivel de 17 hectáreas al noroeste del basural y que dará trabajo en blanco a jóvenes que actualmente trabajan en El Pozo.

- Dicen que van a tomar a ochenta personas y acá trabajan más de trescientas. Y que si tenés menos de 20 y más de 35 años, no van a tomarte. ¿Sabe cuánta gente se queda afuera? Casi toda.

- Y si nos piden un examen médico no lo va a pasar nadie…

- Y si piden documentos, casi nadie tiene. Y algunos mejor que ni los muestren...

Se estima que la planta reciclará el 80% de las 200 toneladas de residuos que, a diario, se producen en Godoy Cruz. Y se asegura que la tecnología será de punta, financiada con bonos "verdes" que cotizan en bolsa y son emitidos por empresas internacionales que contaminan y, por tanto, reciben multas.

La idea de la instalación de la empresa es, sin dudas, muy buena. No obstante, está claro que generará gran impacto en la gente que actualmente vive de El Pozo.

El vals del olvido

"Dime qué tiras a la basura y te diré quién eres" es la máxima de ocasión. Pues bien, sea lo que sea que tires, alguien habrá atrás de vos husmeándolo para ver si consigue sacarle un centavo. Luego de tanto intentar vislumbrar cómo sería la provincia que tendríamos en el tercer milenio, la realidad nos resulta aplastante. Esta es parte de la Mendoza que transitamos: niños que revuelven la basura y se alimentan con comida en mal estado. Mientras tanto, en los despachos oficiales parecen tener otros desvelos.

Cuando éramos niños, pensábamos que en el año 2000, íbamos a tener naves como las de Los Supersónicos, que estacionaríamos en el techo de las casas y que nos iríamos de vacaciones a otro planeta. Sin embargo, el futuro llegó –hace rato– y se encargó de mostrarnos lo que nos tenía preparado. Buena parte de ello, para buena parte de los mendocinos, es una especie de viaje a un estado anterior de la dignidad humana, una serie de postales imborrables sobre lo difícil que es la vida para algunos y lo fácil que es para otros.

Similar al destino de las depredadas Lagunas de Huanacache, en Lavalle, aquí, hace décadas, se hicieron gigantescos pozos para sacar materiales de construcción para nuestras bonitas casas. Cuando los pozos fueron ya inútiles, resultaron abandonados y se convirtieron en basurales y en los labios de esos pozos, se levantaron villas miseria, asentamientos inestables. Y proliferaron los niños, los niños y los perros y el Olvido bailó el vals del olvido en El Pozo.

Y el Olvido echó raíces, amigos, al oeste de la ciudad.