sábado, 3 de febrero de 2007

Cuando el capitalismo se opone a la supervivencia
El movimiento ecologista ante el deterioro global: retos y utopías

Yayo Herrero
Revista de Intervención Psicosocial

Hace ya varias décadas, el Club de Roma publicaba el conocido informe Meadows sobre los límites al crecimiento. El informe constataba la evidente inviabilidad del crecimiento permanente de la población y sus consumos. Alertaba de que si no se revertía la tendencia al crecimiento en el uso de bienes naturales, en la contaminación de aguas, tierra y aire, en la degradación de los ecosistemas y en el incremento demográfico, se incurriría en el riesgo de llegar a superar los límites del planeta, ya que el crecimiento continuado y exponencial sólo podía darse en el mundo físico de modo transitorio.

Más de 30 años después, en 2004, aparece una revisión actualizada del informe Meadows que muestra cómo la advertencia anterior parece haber caído en saco roto y, hoy, la humanidad se encuentra, no ya en riesgo de superar los límites, sino en situación de translimitación (GARCÍA E, 2004). Se estima que aproximadamente las dos terceras partes de los servicios que presta la naturaleza se están deteriorando ya.

EL PANORAMA DE DETERIORO GLOBAL

También en 2005 se publica el Informe de Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (REID et al 2005), del cual se desprenden las siguientes conclusiones:

· En la segunda mitad del siglo XX los ecosistemas se han deteriorado a una velocidad no conocida en ningún otro período de la historia. Los daños que ya ha sufrido la diversidad biológica son irreversibles.

· Los cambios producidos no son lineales y están provocando el agravamiento de la pobreza de una gran parte de la humanidad, que es expulsada del territorio a causa de la violencia, del deterioro de los hábitats y de la destrucción de sus formas tradicionales de vida.

· La degradación de los servicios de la Naturaleza puede empeorar durante la primera mitad del presente siglo haciendo imposible la reducción de la pobreza, la mejora de la salud y el acceso a los servicios básicos para una buena parte de la humanidad.

· Aunque la tendencia a la degradación global podría ser parcialmente frenada si se acometiesen profundos cambios estructurales económicos, políticos y sociales, de momento estos cambios no se están produciendo, por lo que la humanidad camina de forma obstinada hacia el colapso.

Como ilustración de las conclusiones de este informe, podemos pasar revista a algunos de los principales síntomas de la crisis ambiental y el deterioro global:

· El fin de la era del petróleo barato está a la vista. Cada vez se va agrandando más la brecha entre una demanda creciente y unas reservas que declinan y que, además, presentan unas dificultades cada vez mayores para ser extraídas. Las guerras por el petróleo y las fuentes de energía fósil no han hecho más que comenzar. El pico de extracción máxima del petróleo se acerca y la ciencia, la tecnología y la ingeniería no pueden evitarlo. Hoy día, no existen alternativas energéticas que puedan mantener la demanda actual y mucho menos su tendencia al crecimiento.

· El cambio climático, provocado por el aumento descontrolado de la emisión de gases de efecto invernadero, incrementa las alteraciones y perturbaciones no lineales y catastróficas. Estos gases son vertidos a la atmósfera por los artefactos creados por la sociedad tecnoindustrial para el transporte de personas y mercancías, así como por la desregulada actividad industrial de empresas, mayoritarimente multinacionales, que se implantan, cada vez con más frecuencia, en el territorio de aquellos que son más pobres.

· Los efectos del calentamiento global se ven agravados por la destrucción de los sumideros de CO2 en el planeta y por el deterioro del sistema que los millones de años de evolución habían fabricado para defenderse de los cambios y las perturbaciones: la biodiversidad.

· El ciclo del agua se ha roto y el sistema de renovación hídrica que ha funcionado durante miles de años, no da a basto para renovar agua al ritmo que se consume. La sequía en muchos lugares ha pasado a ser un problema estructural y no una coyuntura de un año de escasas precipitaciones. El control de los recursos hídricos se perfila como una de las futuras fuentes de conflictos bélicos, cuando no lo es ya.

· El panorama de deterioro se completa si añadimos los riesgos que suponen la proliferación de la industria nuclear, la liberación de miles de nuevos productos químicos al entorno cada año, sin que se apliquen las más mínimas normas de precaución, la “suelta” de organismos genéticamente modificados cuyos efectos son absolutamente imprevisibles o la experimentación en biotecnología y nanotecnología que nadie sabe dónde puede llevar .

Ya nadie duda que el rápido y reciente deterioro global de los ecosistemas es claramente antropogénico. Sin embargo, el reparto de responsabilidades no es homogéneo. Es el sistema capitalista, basado en el consumo creciente y en la velocidad, e impuesto por los países ricos a través de la denominada globalización, el principal responsable de la destrucción.

Esta responsabilidad del mundo occidental, se puede ver claramente a partir del cálculo de la huella ecológica, un indicador que expresa en unidades de superficie de la Tierra, el uso que un determinado país o comunidad hace de los recursos naturales y servicios que le presta la Naturaleza para absorber los residuos y regenerar los bienes consumidos.

Pues bien, comparando la huella ecológica con la biocapacidad del territorio para proveer los recursos consumidos, podemos deducir el grado de sostenibilidad de nuestras acciones. En el estado español usamos el doble de recursos que los generados por la capacidad productiva de nuestro territorio. Esta es la tónica de todos los países industrializados, con los Estados Unidos a la cabeza en el cómputo. L a huella ecológica muestra que una parte muy pequeña de la población mundial "se come el mundo", consume y gasta lo que es de todos y todas. Desde el ecologismo se considera que la apropiación que los países más ricos hacen de los bienes y servicios que presta la Naturaleza, genera una deuda ecológica, la deuda que las economías del Norte, por sus impactos ambientales y sociales, tienen con las del Sur.

Desde una perspectiva de género, se pueden establecer paralelismos muy interesantes entre las propuestas feministas y las ecologistas. Si hablábamos de huella ecológica para medir el impacto de los estilos de vida sobre la sostenibilidad de la Naturaleza, cabe hablar de la huella civilizadora de las mujeres (BOSCH, A.; AMOROSO, M.I. y FERNÁNDEZ MEDRANO, H, 2003) como indicador que evidencia el desigual impacto que tiene la división sexual del trabajo sobre la sostenibilidad y sobre la calidad de vida humana.

La huella civilizadora es la relación entre el tiempo, el afecto y la energía amorosa que las personas necesitan para atender a sus necesidades humanas reales (cuidados, seguridad emocional, preparación de los alimentos, tareas asociadas a la reproducción, etc) y las que aportan para garantizar la continuidad de vida humana. En este sentido, el balance para los hombres sería negativo pues consumen más energías amorosas y cuidadoras para sostener su forma de vida que las que aportan. Por ello, desde el ecofeminismo, puede hablarse de deuda femenina, como la deuda que el patriarcado ha contraído con las mujeres de todo el mundo por el trabajo que realizan gratuitamente.

Los trabajos que realiza la Naturaleza para la supervivencia, al igual que los que realizan las mujeres, no son valorados por el sistema de mercado, ya que al no ser traducidos en términos monetarios son invisibles.

El deterioro ambiental impacta de lleno en las comunidades humanas y sus modos de vida . Joan Martínez Alier (2005) muestra cómo en todos los lugares del mundo, la irracional y creciente explotación de los recursos naturales no sólo da origen a problemas ambientales, sino también a numerosos y gravísimos conflictos sociales. En el siguiente cuadro se enumeran algunos de los conflictos ecológicos-distributivos compilados por él.

· Conflictos mineros evidenciados por las quejas sobre minas y fundiciones a causa de la contaminación del suelo, del aire y del agua, y por la ocupación de tierras por la minería a cielo abierto y las escorias.

· Conflictos por la extracción de petróleo a causa de la contaminación del aire, del suelo y de las aguas.

· Degradación y erosión de las tierras, causadas por la desigual distribución de la propiedad sobre la tierra, por la presión de la producción exportadora y los monocultivos.

· Sustitución de los bosques por plantaciones de árboles destinados a la industria del papel.

· Biopiratería, apropiación y mercantilización de los recursos biológicos, tanto "silvestres" como medicinales y agrícolas, sin reconocimiento del conocimiento y propiedad de los indígenas y campesinos sobre ellos y sin compensación alguna.

· Destrucción de los manglares y de las poblaciones locales cuya subsistencia depende de ellos por la industria camaronera de exportación.

· Conflictos sobre el agua, movimientos contra las grandes represas para hidroelectricidad e irrigación y problemas. También los conflictos por el uso y contaminación de acuíferos y los conflictos por trasvases de ríos .

· Conflictos por los intentos de evitar la sobrepesca industrial en detrimento de la pesca artesanal.

· Conflictos sobre el transporte que nacen del trasiego cada vez mayor de materiales y energía:derrames petroleros en el mar, guerras relacionadas con oleoductos o gasoductos, amplicaciones de puertos y aeropuertos, construcción de nuevas autopistas.

· Luchas tóxicas ante los riesgos que causan los metales pesados, dioxinas, etc.

· Conflictos de seguridad ambiental sobre la incidencia y distribución social de los riesgos inciertos de las tecnologías a medida que han ido apareciendo (asbestos, DDT, DBCP, otros pesticidas, energía nuclear, transgénicos) tanto en países ricos como pobres. Conflictos debidos a la exportación de residuos tóxicos, sólidos o líquidos.

· Contaminación transfronteriza: emisiones de dióxido de azufre que cruzaban fronteras y producían lluvia ácida, contaminaciones radioactivas por ensayos de armas nucleares en el Pacífico, por ejemploo emisiones de CFC que han dañado la capa de ozono.

· Conflictos por los derechos iguales a los sumideros de carbono. Esta fue la propuesta de Anil Agarwal y Sunita Narain en 1991, para remediar la injusticia de que los ricos del mundo hayan estado usando y usen de manera desproporcionada y excluyente los sumideros de carbono (océanos, nueva vegetación, suelos) y la atmósfera como un depósito temporal. Esa situación da lugar a una "deuda de carbono" del Norte hacia el Sur, como la ha llamado Andrew Simms .

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