martes, 10 de marzo de 2009

Mendoza Siglo XXI: Vivir de la basura en "El Pozo"

 Ulises Naranjo
MDZOL

¿Cómo es la vida en un basural? Los desechos, los negocios, las jerarquías, los ricos y los pobres, el agua y el fuego. Una investigación de MDZ para echar luz sobre un aspecto de cómo transita la provincia por el tercer milenio.

"Con los camiones especiales vivís sin gastar nada. Son los camiones de los barrios platudos y los supermercados. Ahí tenés comida y bebida, ropa, zapatillas y hasta juguetes para los chicos y celulares para toda la familia. No sabe usted las cosas que tira la gente a la basura…"

Un obrero de "El Pozo", el basural de Godoy Cruz

Un kilo de arroz sale $0,60 y un kilo de azúcar un pesito; comprás tres yogures por un peso y la gaseosa de dos litros y un cuarto vale $1; dos sachets de leche cuestan $1,50 y una caja de leche de un kilo a cinco pesos. En el queso, la carne y los chorizos los tenés a mitad de precio, pero hay que tener suerte, porque se los vuelan. ¿Dónde se preguntará el lector puedo ir a comprar con estos precios? No lo haremos esperar por su respuesta: al oeste de sus vidas, en El Pozo, el basural del Fachinal.

¿El estado de los alimentos? Bueno, a decir verdad, amigos, en El Fachi, el Estado no existe y no se practica el ejercicio de andar mirando el detalle. Es así: todo es distinto al oeste de todo (de la ciudad, las pantallas, las piscinas, la Casa de Gobierno y la Legislatura, las municipalidades, los splits, las vacunas, las empresas, los juzgados). Allí, resulta ser que la vida tiene otras maneras de manifestarse y hay cientos de personas que se ganan la vida, como casi todos allí, decentemente, aunque metiendo mano en la basura. Vamos a conocer un poco del mundo de la basura en Mendoza. Se recomienda usar, por lo menos, guantes y barbijo.

Cuestión de poder

El basural del Campo Pappa, al oeste de Godoy Cruz es una síntesis de la Mendoza del tercer milenio. Aunque parezca mentira, allí, entre las montañas de bolsas de desperdicio, hay de todo, incluyendo las categorías de ricos y de pobres y un negocio que mueve decenas de miles de pesos y es fuente laboral de unas 350 personas de manera directa.

Veamos cómo funciona y antes que nada aclaremos respecto de nuestros informantes que, si bien citaremos a algunos, los comentarios más pesados correrán por cuenta de los que nos pidieron no ser evidenciados y preservaremos estas fuentes. Así será porque cada bolsita de basura que va a parar allí, tiene dueño y, como en toda organización, hay jerarquías y modos de ejercer la conservación del poder.

Decíamos que la basura que llega al Campo Pappa, antes de ingresar, ya tiene destino, pues cada camión que entra tiene su dueño y, de cada carga, se obtendrán unos 60 pesos para quien separa los desechos y dos o tres veces más para quien los compra, que es, a la sazón de este caso, una sola empresa: la chacarita de El Coral, quien, junto a su hermano, El Buche, son las únicas personas que ingresan sus camiones al basural (y no cobran el flete) para sacarlos llenos de materiales como cartón, planilla (así se le llama al papel blanco), acrílico, vidrio, metales, envases PET, plásticos... Así ocurre con los desechos inorgánicos, con los orgánicos, ya veremos, el procedimiento es otro.

Ya en la chacarita, las cargas son pesadas y se le paga al "dueño del camión" el dinero que corresponda. En tanto más camiones tengás, más plata recaudás. Aquí, la mayoría tiene un camión, sin embargo, hay familias que tiene hasta seis camiones. Aquí, a la mayoría le toca un camión cada dos días, pero hay quienes tienen varios por día. Aquí, hay quienes, si no pueden ir a trabajar, ceden su carga a un vecino, pero también hay quienes jamás la ceden. Aquí, hay quienes tienen un camión.

La crisis, en este ámbito, ha pegado durísimo. A los que separan en el basural o bien recogen subrepticiamente cargas por las calles. Hace unos meses, las chacaritas les pagaban mucho más que ahora.

El cartón, por ejemplo, estaba a $0,50 el kilo y ahora está a $0,10. El acrílico bajó de 0,80 a 0,20 centavos por kilo. El vidrio fue de 0,15 a 0,05 y la planilla de 0,60 a 0,25.

- Eso es lo que nos dan ahora en la chacarita, nos comenta un joven, resignado.

Luego, como en un sueño, a la chacarita ingresan "tremendos camiones último modelo, los grandotes, así tipo semi" que se llevan toneladas de basura reciclada prensada a destinos como Buenos Aires y Rosario. El precio de un camión cargado: decenas y decenas de miles de pesos, de acuerdo al contenido de ocasión.

La búsqueda del tesoro

Hay tres tipos de camiones: los embanques (con escombros, que llegan durante todo el día), los municipales (con residuos domiciliarios, que llegan de 21 a 2, sobre todo) y los especiales (con desechos de supermercados y de barrios privados, que llegan sobre todo al mediodía).

- Esos son los que llegan, m’hijito, porque hay un circuito paralelo. Lo más común es que un camión antes de llegar al basural, deje puñados de bolsas en otro lugar o las tiren a una camioneta que los espera. Esa es la carga que van separando los recolectores y ahí todo lo que hay vale platita…, nos dice un abuelo, con cara de pícaro.

De hecho, también es cierto que los recolectores más viejos y los acomodados son los que tienen mejores circuitos de trabajo: van a barrios privados, supermercados, restaurantes, sangucherías, centros comerciales y calles más distinguidas.

El caso de los "especiales" es especial, porque allí vienen mucho desecho orgánico. Lo que resulta insalvable, se destina a los animales: chanchos y perros, por ejemplo, y el "verdeo" podrido (vegetales) para los caballos. Lo "salvable" tiene otro destino: el consumo humano. Así, algunos muchachos, por la mañana recorren el barrio empujando un carrito con ruedas con comida que ha sido tirada a la basura.

- Y a usted le termina conviniendo comprarles a ellos, porque las cosas no están feas feas, dice una señora que espera su hijo número ocho.

Todos los que revuelven la basura tienen la secreta esperanza de encontrar un tesoro. Algunos de los hallazgos, circulan de boca en boca y de generación en generación, a modo de testimonio de que, en definitiva, la buena estrella existe, aún en El Pozo.

- Todos los que trabajamos en el El Pozo tenemos celulares que hemos sacado de la basura. Una vez, en una lata de leche Nido, un chico se encontró cinco mil dólares. También han aparecido anillos de oro, billetes, cadenitas, armas desarmadas… Mi hermano, por ejemplo, se encontró $ 9.000 y se compró la camioneta, nos comenta Graciela, que tiene cincuenta años, doce hijos y veinticinco años de trabajo en El Pozo.

No obstante, no todo es oro en la vida: más de una vez, le ha tocado ser protagonista de otros hallazgos: "He visto bebés (fetos) en cajas de zapatos o bolsas de supermercado y una vez en una bolsa venía una pierna de hombre".

Graciela, una de sus doce hijos y una bisnieta.

- ¿Qué les hace falta, Graciela?

- Nada… Bueno, póngale que estaría bueno que pusieran baños químicos acá en los playas y no a un kilómetro de aquí. Y un playón de cemento para clasificar la basura y lo más importante, que tuviéramos agua acá para tomar y para lavarnos… ¿Sabe por qué sale humo de los basurales?

- No, dígame, Graciela.

- Porque aquí, a la noche, se queman cosas para poder ver, porque no hay reflectores. Y se quema lo que no se puede vender, materiales que contaminan el aire. ¿Sabe cómo debo tener los pulmones y la columna yo, que llevo 25 años acá.

- No, dígame, Graciela.

- No sé, mal debo tenerlos.

La empresa privada

El futuro no es largo para el mundo de "El Pozo". Es que pronto, quizás en un par de años, toda esta tarea pasará a manos de una empresa privada que, según nos cuentan, se llama Ambiental Cuyo, una sociedad anónima con domicilio en Buenos Aires, que ya recibió la adjudicación de la obra por parte de la Municipalidad de Godoy Cruz, durante la actual gestión de Alfredo Cornejo.

El proyecto asegura que la empresa, ampliaremos en otra nota, construirá una planta de tratamiento de primer nivel de 17 hectáreas al noroeste del basural y que dará trabajo en blanco a jóvenes que actualmente trabajan en El Pozo.

- Dicen que van a tomar a ochenta personas y acá trabajan más de trescientas. Y que si tenés menos de 20 y más de 35 años, no van a tomarte. ¿Sabe cuánta gente se queda afuera? Casi toda.

- Y si nos piden un examen médico no lo va a pasar nadie…

- Y si piden documentos, casi nadie tiene. Y algunos mejor que ni los muestren...

Se estima que la planta reciclará el 80% de las 200 toneladas de residuos que, a diario, se producen en Godoy Cruz. Y se asegura que la tecnología será de punta, financiada con bonos "verdes" que cotizan en bolsa y son emitidos por empresas internacionales que contaminan y, por tanto, reciben multas.

La idea de la instalación de la empresa es, sin dudas, muy buena. No obstante, está claro que generará gran impacto en la gente que actualmente vive de El Pozo.

El vals del olvido

"Dime qué tiras a la basura y te diré quién eres" es la máxima de ocasión. Pues bien, sea lo que sea que tires, alguien habrá atrás de vos husmeándolo para ver si consigue sacarle un centavo. Luego de tanto intentar vislumbrar cómo sería la provincia que tendríamos en el tercer milenio, la realidad nos resulta aplastante. Esta es parte de la Mendoza que transitamos: niños que revuelven la basura y se alimentan con comida en mal estado. Mientras tanto, en los despachos oficiales parecen tener otros desvelos.

Cuando éramos niños, pensábamos que en el año 2000, íbamos a tener naves como las de Los Supersónicos, que estacionaríamos en el techo de las casas y que nos iríamos de vacaciones a otro planeta. Sin embargo, el futuro llegó –hace rato– y se encargó de mostrarnos lo que nos tenía preparado. Buena parte de ello, para buena parte de los mendocinos, es una especie de viaje a un estado anterior de la dignidad humana, una serie de postales imborrables sobre lo difícil que es la vida para algunos y lo fácil que es para otros.

Similar al destino de las depredadas Lagunas de Huanacache, en Lavalle, aquí, hace décadas, se hicieron gigantescos pozos para sacar materiales de construcción para nuestras bonitas casas. Cuando los pozos fueron ya inútiles, resultaron abandonados y se convirtieron en basurales y en los labios de esos pozos, se levantaron villas miseria, asentamientos inestables. Y proliferaron los niños, los niños y los perros y el Olvido bailó el vals del olvido en El Pozo.

Y el Olvido echó raíces, amigos, al oeste de la ciudad.


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