sábado, 25 de julio de 2009

Tapar la verdad desde la investidura



Por Luis Farinello

Mendoza es una provincia donde residen muchos grupos de derecha, grupos fundamentalistas que accionan como si estuviéramos en el Medioevo. El Verbo Encarnado es uno de los más conocidos, y su congregación funciona con un marco social en sintonía. Desde hace unos años se afianzaron como voz con llegada al poder. Pero es gente que vive en otra Argentina. Muchos de ellos son coherentes con su accionar en defensa de la dictadura y la represión. Pero esto no sucede en todo el país. La injerencia de estos grupos en el Estado se da en pocos lugares. Me cuesta creer que un cura tenga un poder de llegada tan fuerte como para influir y lograr que se prohíban o no diversas cosas. Pero sé que sucede. Y me da vergüenza que haya gente que censure películas como Ángeles y demonios o, como pasó en su momento, La última tentación de Cristo. En una universidad de Estados Unidos, por ejemplo, les hacen jurar a los profesores que no hablarán sobre la teoría de la evolución. Y es una locura. No se puede negar el trabajo de la ciencia o, en este caso, del arte. Aquellos que interpretan la Biblia con una sola lectura se equivocan y se ponen a la orden de proyectos sin futuro. La censura no trae más que curiosidad. Es triste que todavía haya gente que quiera tapar verdades. Y más si se trata de hombres que hablan desde sus investiduras.

Ramiro Sáenz

El cura inquisidor

El influyente Torquemada de la población de Malargüe. Censuró la proyección de la película Ángeles y demonios, levantó una campaña contra el sida, negó los treinta mil desaparecidos y vetó la visita de artistas populares. Radiografía de un ultraconservador polémico.

Por Luz Laici

En invierno, Malargüe padece el frío patagónico, aunque la ciudad esté enclavada en el sur de la cuyana Mendoza. Se trata de un frío que atraviesa toda ropa y penetra en el cuerpo como un punzón. Pero en aquel reducto alejado de la capital provincial y famoso por las pistas de esquí de Las Leñas, las temperaturas bajo cero no son el principal motivo de parálisis. Existe otro factor, más corrosivo que las intempestivas heladas, que atemoriza a los habitantes. Todo el año. Uno que viste sotana, niega los treinta mil desaparecidos, prohíbe el uso de preservativos y censura expresiones artísticas gracias a su influencia en el poder local, como si se tratara de una versión moderna de la Inquisición: el cura Ramiro Sáenz.

Zurditos. La última polémica en la lista de Sáenz –párroco de la iglesia Nuestra Señora del Rosario, que depende de la Diócesis de San Rafael– fue la que generó la película Ángeles y demonios, basada en el libro homónimo de Dan Brown y centrada en una disputa de poder entre los representantes de la ciencia y los de la fe. El film, que sería proyectado en junio último, nunca llegó a exhibirse: El Maitén, el único cine de la capital malargüina, que funciona en el Centro de Convenciones Thesaurus que depende de la municipalidad, sufrió un ataque –una manguera fue colocada en su interior y la sala se inundó– y el estreno no volvió a ser puesto en cartelera.

Las sospechas de censura recayeron sobre Sáenz, crítico confeso de Brown y autor del libro El Código Da Vinci, denuncia o fraude, donde cuestionó afirmaciones dogmáticas de la obra original. Por su parte, el cura desmintió su injerencia en el hecho (ver recuadro) y las autoridades locales repitieron el mismo discurso. Pero redoblaron la apuesta: la última semana, Paul Fermani, organizador del CineClub –un espacio cultural que toma al cine como herramienta de debate–, intentó proyectar Ángeles y demonios y la directora de Turismo, Fabiana González, lo citó a la intendencia para certificar la autenticidad de la copia. La discusión sobre la obra de Brown quedó trunca, otra vez. “Este hecho no tiene que entenderse en forma aislada sino uno más dentro de los mecanismos de censura que maneja el cura Sáenz junto con las autoridades, como parte de un pacto implícito”, explica Fermani, mendocino de origen y malargüino por adopción.

“Soy católico y como tal lamento este tipo de situaciones. Por eso decidí no suspender el encuentro que había organizado y emitir el film El dedo en la llaga, con el objetivo de discutir lo que estaba sucediendo. El párroco Ramiro es una persona fundamentalista, y basa su poder de influencia en el temor.”

El campo artístico es uno de los objetivos principales de su cruzada. En 2004, el propio sacerdote cuestionó al grupo Bersuit Vergarabat “por promover el libertinaje sexual” e increpó al músico Víctor Heredia, invitado a la Feria del Libro local para disertar sobre el libro Taki Ongoy. El cura, además, expresó su disconformidad por la presencia de Heredia –y otros artistas– ante las autoridades municipales, con una carta dirigida al entonces intendente Raúl Rodríguez, con copia a Verónica Bunsters, directora de Educación, y Ricardo Scollo, a cargo del área de Cultura: “Todos aquí saben que su presencia es irritante para la Iglesia –escribió–. Esto no es algo gratuito. Es público que V. Heredia adhiere a una postura ideológica de izquierda (o marxista o como se la quiera llamar), lo cual implica no sólo el ateísmo militante sino toda una visión de la religión, la historia, la patria, el hombre, el orden moral, etc. El conflictivo texto de Taky Ongoy es una falsificación histórica inspirada por esa ideología que tiene su infaltable cuota de anticristianismo. (...) No tengo nada que perder ni ganar. No tenemos otros intereses que el bien de Malargüe. Esa es nuestra misión. Por ello me permito también sugerir que no sean invitados oficialmente personas como Víctor Heredia, León Gieco, Charly García y otros por el estilo”.

Para el músico, se trata de un personaje bochornoso. “Más aún si se tiene en cuenta que este hombre habla desde su investidura –sostiene Heredia–. Además, cuando la propuesta del país tiene una bandera como los derechos humanos, llama la atención que haya políticos que avalen a personas como Sáenz.”

La lista negra del presbítero no incluyó al reconocido grupo Los Piojos, que sufrió su persecución en 2007. Invitada a participar de un festival organizado por el gobierno municipal, la banda fue detenida en El Soñado –destacamento policial ubicado entre San Rafael y Malargüe– por averiguación de antecedentes y tenencia de droga. “Eso es parte del infierno que se vive en este lugar”, dispara una empleada municipal, que pide mantener su nombre en reserva. “El cura digita qué se puede hacer y qué no. Tiene autoridades y vecinos que le responden. Las cosas están complicadas, cualquiera es despedido o repudiado por pensar distinto o ser ‘zurdito’.”

Tradición de plomo. Los “zurditos” no son bienvenidos por Sáenz, que nació en Mendoza, en 1949, y estudió en el Instituto San Luis Gonzaga. Más aún si se tiene en cuenta que se formó como eclesiástico en Paraná, Entre Ríos, en la época en que monseñor Adolfo Tortolo –que presidió la Conferencia Episcopal y fue vicario de las Fuerzas Armadas durante la última dictadura militar y defendió las torturas y los crímenes cometidos con “armas bendecidas”–, oficiaba de arzobispo de la capital provincial. El sacerdote de Malargüe –pago del actual gobernador K Celso Jaque– niega, además, los treinta mil desaparecidos y reivindica al ex obispo castrense Antonio Baseotto, que sugirió que había que arrojar al mar al ex ministro de Salud Ginés González García por repartir preservativos y con quien compartió un espacio de reflexión en el Círculo San Bernardo de Claraval, donde ambos fueron invitados a disertar en el marco de los Encuentros de Formación Católica.

“Y hay mucho más para agregar”, advierte el profesor Carlos Benedetto. “Por ejemplo, que a los alumnos del Colegio San José, que dirige, les entrega bibliografía que defiende la teoría de los dos demonios o los adoctrina para criticar a los organismos de derechos humanos.” Una situación que sufrió en carne propia la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, cuando visitó Malargüe también en el marco de una Feria del Libro. En aquella oportunidad, un grupo de adolescentes cuestionó sus reflexiones sobre la última dictadura militar. “Fue una actitud poco ética”, cuenta Carlotto. Y agrega: “El cura ni siquiera tuvo el coraje de hablarme. Me llama la atención que el gobernador Jaque, que dice sentirse en sintonía con el gobierno de Cristina Fernández, se maneje de manera ambigua con respecto a este sacerdote que también está apañado por el intendente local, (Juan Antonio) Agulles, y los padres, que complacen su accionar enviando a sus hijos a su escuela. Aunque no me llama la atención de la Iglesia: el silencio ante los casos de Von Wernich y de Grassi habla por sí mismo”.

En 2006, casi en paralelo con el episodio de Carlotto, dos alumnos de la Escuela Técnica Minera General Manuel Savio –ubicada frente a la parroquia– se negaron a portar la bandera en el acto por el trigésimo aniversario del 24 de marzo. Benedetto explica: “Sáenz utiliza a los chicos como emisarios de sus pensamientos. Quienes no quisieron ser abanderados pusieron como excusa que de lo contrario ofenderían a (Jorge Rafael) Videla”.

El regreso del sacerdote a Mendoza tuvo lugar en los ’80, luego de su paso por la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino, de Roma, donde se licenció en Teología. Pero antes de instalarse en Malargüe tuvo otros destinos: integró la catedral provincial y la parroquia de la Villa 25 de Mayo, de San Rafael, donde sugirió construir un hogar aislado “para jóvenes delincuentes, culpables del alto índice de criminalidad local”. Allí Sáenz se unió al Instituto del Verbo Encarnado, una congregación católica ultraconservadora, fundada en 1984 por Carlos Miguel Buela, que recibe el apoyo del obispo Héctor Aguer, legitima el terrorismo de Estado y ya tiene presencia en 38 países en el mundo.

“Una simpatía que no sorprende”, comenta el docente evangélico Nelson Gallito. “A Sáenz es imposible definirlo con un solo adjetivo. Es soberbio y autoritario. Pero también muy hábil.”
Quienes se oponen al sacerdote también recuerdan un dato que describe la nostalgia de Sáenz por los años de plomo: en febrero pasado, el general Mario Benjamín Menéndez –último gobernador de las Islas Malvinas– visitó el municipio, sin censura eclesiástica. Es más: a su charla asistieron jóvenes que participan de las actividades parroquiales de Nuestra Señora del Rosario y autoridades de Malargüe, entre las que se encontraban Silvia Calvi, presidenta del Concejo Deliberante, y Juan José Naranbuena, secretario de Desarrollo Humano. “Se trató de un saludo protocolar”, justifica Naranbuena. “A Menéndez lo invitó un productor agropecuario local, junto al director del documental Malvinas… aún esperan. Y nosotros recibimos a todos. Dos o tres malintencionados tergiversaron la información que, lejos de generar debate en la comunidad, potenció los gestos de apoyo a la gestión.”

No pecarás. Los sermones reflejan el perfil más recalcitrante de Sáenz, también expresado en libros que llevan su firma, como Sólo Dios basta. Devocionario de la familia y La inquisición medieval. Una institución de la cristiandad. Cada domingo, desde la altura del púlpito y vestido con una sotana negra que cubre hasta sus pies –una vestimenta que distingue a los miembros del Verbo Encarnado, por ser la única con la que se pasean en público–, el cura condena ante los feligreses el uso del preservativo y se niega a bautizar a los hijos de madres solteras. Una postura que repite cada miércoles en su micro radial Hablando con Dios, de LV19, la radio municipal que años atrás levantó una campaña contra el sida, una decisión también atribuida a los designios parroquiales. La escritora mendocina Andrea Ojeda asegura: “En Malargüe hay cada vez menos libertad de expresión. Antes podías llamar a las radios y decir tu opinión. Ahora ni siquiera dejan que te presentes. La influencia de Sáenz es innegable, más allá de que pareciera ser una persona superficial, porque gusta cuidar su estética, es muy prolijo y siempre busca llamar la atención”.

Gabriel Ferrero, concejal electo y ex intendente de Malargüe, coincide: “Sáenz es un déspota y usa su sotana para conseguir lo que quiere. Hoy Malargüe es un lugar similar al Lejano Oeste, donde el jefe municipal funciona como un comisario y el pueblo sufre el manoseo y manejo de personajes siniestros como este sacerdote. Lo más triste es que está acostumbrado a operar y logra clavar su aguijón a nivel social”. Por su parte, Gimena Cogo, actual responsable del área de Desarrollo local, sostiene que el poder del sacerdote reside en el factor miedo: “Desde su parroquia, se baja un mensaje de castigo sobre todo vinculado a los sacramentos religiosos. Yo quise tomar la comunión pero me la negaron por no estar casada. Sáenz defiende una línea muy jodida. Y su incidencia a nivel político se da, justamente, por el hecho de que el catolicismo es el culto oficial, más allá de que acá hay muchas congregaciones evangélicas”.

El mismo Jaque, incluso, se declara evangélico. Pero el culto dejó de tener presencia en el estamento oficial: “Sáenz expresó su disconformidad y los representantes evangélicos dejaron de ser invitados a los actos del municipio”, confiesa un ex funcionario. “El sacerdote es una persona tan emblemática en la ciudad, tan mirada, que nadie quiere contradecirlo ni frenar sus avances. Imaginate el poder de la Iglesia acá que está ubicada al lado de la municipalidad y a escasos metros del Concejo Deliberante. Todos pasan por allí para consultarle las decisiones al cura. Y todos deberían encerrarse también allí, o en otro lado, alguna vez, admitir culpas y errores y empezar de cero. Así no se puede seguir.”

Pero Sáenz añora viejas épocas. Y en su cruzada, está dispuesto a ahogar al pueblo.

Informe: Bruno Lazzaro

Veintitres


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