Fuente: Grupo de Reflexión rural
Los agronegocios entran en conflicto por el uso de la tierra
Agro energía versus producción de commodities
¿Qué le quedará a nuestros hijos después de la devastación que se aproxima?
¿Por qué el auge de los biocombustibles?
Los biocombustibles fueron usados por la humanidad desde siempre, la madera, hojas secas y otros vestigios biológicos sirvieron y sirven para calefaccionar y cocinar los alimentos.
Los biocombustibles pueden ser de origen animal o vegetal así como los combustibles fósiles, que también son de origen biológico. Los combustibles fósiles, hasta hace poco tiempo, fueron más baratos que los biocombustibles producidos a partir del uso de la materia orgánica (biomasa) de los recursos vegetales y animales que nos rodean. Lo que se está alcanzando gracias a los recientes elevados precios del crudo es que la producción en escala de bioetanol y biodiesel sea competitiva. El etanol, producido principalmente con biomasa del azúcar y el maíz, será competitivo con el petróleo cuando el barril de este último llegue a 116 dólares. El biodiesel, que se produce con aceite vegetales obtenidos de commodities como la soja, la palma, el algodón, la colza, el girasol, rendirá cuando el barril de crudo cueste 77 dólares.
La fiebre por la producción en escala de biocombustibles se debe a que el gas y el petróleo se están acabando y lo que queda no hay que dilapidarlo como se ha hecho en los últimos cien años. Gracias al uso desmesurado de los combustibles fósiles, especialmente por las sociedades industrializadas, el planeta está sufriendo un proceso de calentamiento que no tiene precedentes ya que, a diferencia de períodos de calentamiento planetarios anteriores, esta vez las altas temperaturas están provocando emisiones que son producto de las actividades humanas. La presión económica para seguir en el mismo paradigma de oferta y demanda que ha enriquecido a las grandes corporaciones y ha aportado muchos dividendos a los países desarrollados, hace que bajo la bandera del calentamiento global y el encarecimiento del petróleo, se busquen otras formas de producción de biocombustibles en escala económica.
El movimiento de los agronegocios hacia los biocombustibles, no depende solamente de la iniciativa privada, las corporaciones se sirven de las diagramaciones sobre la explotación agroenergética que están realizando Instituciones públicas transnacionales como la FAO, la Inter-American Institute for Cooperation on Agriculture (IICA) que responde a la OEA, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial. La idea detrás del asesoramiento y otros mecanismos financieros es la de adaptar la estructura agraria que sólo servía a la industria alimenticia, a los nuevos requerimientos del mercado energético.
Legislaciones como las promulgadas meses pasados en la Argentina y Paraguay se están introduciendo en muchos países del mundo. La función de estas herramientas legales es asegurar el negocio de los biocombustibles para el mercado interno y externo. Por ejemplo, la ley de promoción de biocombustibles en Argentina, hace obligatoria en 4 años la mezcla de los combustibles fósiles con un 5% de etanol para la nafta y biodiesel para el gasoil. Esta medida significa un mercado seguro para la Argentina, que tendrá que producir alrededor de 600.000 toneladas por año de biodiesel y 160.000 toneladas de etanol. La Secretaría de Agricultura estima que durante el primer año después de la puesta en práctica de la ley, 3.5 millones de toneladas de granos de soja serán necesarias para generar el biodiesel necesario. Tan sólo la soja podría cubrir el 35% de la demanda nacional del biodiesel. No sólo es el mercado interno donde las corporaciones están poniendo la mira. La producción de biocombustibles abre también posibilidades para la Exportación, principalmente a Europa.
La UE está legislando en estos momentos para que sea obligatoria en el 2010 la mezcla de combustibles convencionales con biocombustibles. Brasil ya ha comenzado a exportar etanol a Europa y Argentina ya ha comenzado tímidamente con exportaciones de biodiesel de soja a Alemania. El gran comercio de exportación del diesel que tendrá como principal insumo el aceite de la soja, comenzará recién alrededor del año 2008/2009.
La Argentina es el primer productor mundial de aceite de soja y esto pone a las plantas procesadoras de aceite en la primera línea para cubrir la demanda interna y externa que se propone. Es así que Repsol y Vicentin, entre las principales compañías en el negocio del biodiesel, están invirtiendo fuertemente en la construcción de las plantas procesadoras. Los proyectos millonarios de producción de biodiesel de Vicentin en la localidad de San Lorenzo y Repsol en Ensenada están en los puertos y pensando en la exportación. La agroindustria, debido a las posibilidades de comercializar con mas intensidad con el exterior, se encuentra haciendo lobby de manera agresiva para que se materialicen las mejoras en los calados de la hidrovía Paraná Paraguay y el mejoramiento de las redes viales provinciales.
Los expertos en agronegocios estiman que Europa, a pesar de ser la región del planeta donde mayor cantidad de biodiesel se produce, no dará a basto para cubrir el corte obligatorio que se impondrá de 5,75 en el año 2010. Para ese entonces se requerirán 9 millones más de toneladas de biodiesel de las que se producen actualmente. La demanda implicaría, si fuese la producción solamente de aceite de soja (que no lo será), 20 millones de has más de tierras productivas.
La presente diagramación agroenergética global, crea un serio conflicto de competencia en el uso de la tierra con la industria de la "alimentación" que a su vez esta desde hace ya bastante tiempo comprometiendo con sus producciones intensivas el bienestar del planeta y sus habitantes.
Los Bonos de Carbono y el biodiesel de la soja
Muchos habrán notado qué hábil es la prensa del establishment cuando habla de los biocombustibles, especialmente del biodiesel y las oportunidades económicas que presenta la obtención de inversiones mediante el mercado de bonos de carbón. Los bonos de carbón, forman parte de las herramientas financieras, llamadas Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL) introducidas por el Protocolo de Kyoto en la década del 90. En el sistema de bonos de carbón, las empresas industriales en los países ricos que emiten grandes cantidades de dióxido de Carbón (CO2), tienen que financiar proyectos de captura o abatimiento de emisiones de carbono en los países del tercer mundo, acreditando tales disminuciones como si hubiesen sido hechas en territorio propio.
Por ejemplo una compañía argentina que disminuye sus emisiones de CO2 puede vender esta reducción a empresas de países ricos que estén obligadas a emitir menos gases efecto invernadero. Hay un sinnúmero de criticas bien fundadas sobre la hipocresía de este mecanismo. En este artículo nos limitaremos a describir la situación que se crea con la especulación de los proponentes de biodiesel hechos con aceite de soja que se pretenden presentar para inversiones en el mercado del carbón.
Teóricamente, los proyectos productivos que se presentan como candidatos para inversiones con bonos de carbón tienen que demostrar que contribuyen al desarrollo sostenido del país, que contribuyan a reducir los gases de efecto Invernadero y que cuentan con la aprobación de la Autoridad Nacional designada. En nuestro caso significa que una empresa que vende biodiesel hecho con aceite de soja y dice que disminuye sus emisiones de carbono puede vender esta reducción a empresas de países desarrollados que estén obligadas a bajar sus emisiones de GEI.
Sabemos ya muchísimo sobre los efectos negativos que generan los monocultivos de soja, pero todavía no hay mucho para discutir sobre los supuestos efectos benignos que tendría el uso del biodiesel que como combustible podría emitir hasta un 78% menos de dióxido de carbono que el fuel oil. Lo que no se cuenta en la ecuación, es que el inventario Argentino de emisiones de efecto invernadero, para el panel internacional de cambio climático (IPCC), no está contabilizando los gases producidos por:
-El cambio en el uso de la tierra
-Los incendios de montes y bosques con el fin de plantar soja
-La fertilización nitrogenada que ha comenzado en los últimos años como resultado de que el rendimiento de la soja por hectárea es más alto.
-Los 15 millones de hectáreas de residuos después de la cosecha.
Seguramente si estas emisiones fueran tenidas en cuenta y se le suman las energías convencionales necesarias para producir biodiesel, la reducción de emisiones seria mucho menor que de lo que se calcula. A todo estos factores les tenemos que sumar los que muchas agencias preocupadas con el calentamiento global no quieren ver: la pérdida de soberanía alimentaria, el éxodo rural, la degradación de la tierra, la perdida de biodiversidad, el abuso a los derechos humanos por parte de la autoridades, de los latifundistas y de los para militares cuando reprimen y asesinan campesinos para instalar los rentables monocultivos de ahora en más también dirigidos a abastecer al mercado energético.
A pesar de todo lo dicho, creemos que el uso de algunos biocombustibles deben promoverse, lo que no debemos permitir es que vastas extensiones de tierra sean dedicadas a la agro energía, de la misma forma que desde ya hace varios años nos oponemos a que los campos se dediquen a abastecer a los mercados internacionales con la producción de forrajes y demás commodities.
La situación crítica que se nos presenta con la demanda que están creando las nuevas legislaciones que promueven los biocombustibles, hace que más que nunca tengamos que buscar las formas para impedir estas políticas agroindustriales. Si perdemos esta batalla, lo que las generaciones que nos siguen heredarán de nosotros serán vastos desiertos infértiles que no se habrán de poder recuperar.
El GRR está a favor de una política de promoción en el uso de biocombustibles, solamente si:
· Partimos de considerar que el uso de la tierra es prioritariamente destinado a producir alimentos y que otras producciones tales como la de los biocombustibles se supeditan a que no haya hambre en las poblaciones.
· Está considerado como un elemento más dentro de una política energética general que indique claramente la necesidad de reducir los consumos de energía, específicamente en el sector del transporte.
· Se promueve en su totalidad las diversas fuentes formas de energía renovables y no tan sólo los biocombustibles.
· En ese contexto, una política de promoción a los biocombustibles determina cuales son las mejores fuentes de biocombustibles (aceites usados, biogas, tratamiento de basura) teniendo como prioridad que se garantice la soberanía y seguridad alimentaria, la salud humana y animal y el medio ambiente de todas las regiones del país.
Los agronegocios entran en conflicto por el uso de la tierra
Agro energía versus producción de commodities
¿Qué le quedará a nuestros hijos después de la devastación que se aproxima?
¿Por qué el auge de los biocombustibles?
Los biocombustibles fueron usados por la humanidad desde siempre, la madera, hojas secas y otros vestigios biológicos sirvieron y sirven para calefaccionar y cocinar los alimentos.
Los biocombustibles pueden ser de origen animal o vegetal así como los combustibles fósiles, que también son de origen biológico. Los combustibles fósiles, hasta hace poco tiempo, fueron más baratos que los biocombustibles producidos a partir del uso de la materia orgánica (biomasa) de los recursos vegetales y animales que nos rodean. Lo que se está alcanzando gracias a los recientes elevados precios del crudo es que la producción en escala de bioetanol y biodiesel sea competitiva. El etanol, producido principalmente con biomasa del azúcar y el maíz, será competitivo con el petróleo cuando el barril de este último llegue a 116 dólares. El biodiesel, que se produce con aceite vegetales obtenidos de commodities como la soja, la palma, el algodón, la colza, el girasol, rendirá cuando el barril de crudo cueste 77 dólares.
La fiebre por la producción en escala de biocombustibles se debe a que el gas y el petróleo se están acabando y lo que queda no hay que dilapidarlo como se ha hecho en los últimos cien años. Gracias al uso desmesurado de los combustibles fósiles, especialmente por las sociedades industrializadas, el planeta está sufriendo un proceso de calentamiento que no tiene precedentes ya que, a diferencia de períodos de calentamiento planetarios anteriores, esta vez las altas temperaturas están provocando emisiones que son producto de las actividades humanas. La presión económica para seguir en el mismo paradigma de oferta y demanda que ha enriquecido a las grandes corporaciones y ha aportado muchos dividendos a los países desarrollados, hace que bajo la bandera del calentamiento global y el encarecimiento del petróleo, se busquen otras formas de producción de biocombustibles en escala económica.
El movimiento de los agronegocios hacia los biocombustibles, no depende solamente de la iniciativa privada, las corporaciones se sirven de las diagramaciones sobre la explotación agroenergética que están realizando Instituciones públicas transnacionales como la FAO, la Inter-American Institute for Cooperation on Agriculture (IICA) que responde a la OEA, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial. La idea detrás del asesoramiento y otros mecanismos financieros es la de adaptar la estructura agraria que sólo servía a la industria alimenticia, a los nuevos requerimientos del mercado energético.
Legislaciones como las promulgadas meses pasados en la Argentina y Paraguay se están introduciendo en muchos países del mundo. La función de estas herramientas legales es asegurar el negocio de los biocombustibles para el mercado interno y externo. Por ejemplo, la ley de promoción de biocombustibles en Argentina, hace obligatoria en 4 años la mezcla de los combustibles fósiles con un 5% de etanol para la nafta y biodiesel para el gasoil. Esta medida significa un mercado seguro para la Argentina, que tendrá que producir alrededor de 600.000 toneladas por año de biodiesel y 160.000 toneladas de etanol. La Secretaría de Agricultura estima que durante el primer año después de la puesta en práctica de la ley, 3.5 millones de toneladas de granos de soja serán necesarias para generar el biodiesel necesario. Tan sólo la soja podría cubrir el 35% de la demanda nacional del biodiesel. No sólo es el mercado interno donde las corporaciones están poniendo la mira. La producción de biocombustibles abre también posibilidades para la Exportación, principalmente a Europa.
La UE está legislando en estos momentos para que sea obligatoria en el 2010 la mezcla de combustibles convencionales con biocombustibles. Brasil ya ha comenzado a exportar etanol a Europa y Argentina ya ha comenzado tímidamente con exportaciones de biodiesel de soja a Alemania. El gran comercio de exportación del diesel que tendrá como principal insumo el aceite de la soja, comenzará recién alrededor del año 2008/2009.
La Argentina es el primer productor mundial de aceite de soja y esto pone a las plantas procesadoras de aceite en la primera línea para cubrir la demanda interna y externa que se propone. Es así que Repsol y Vicentin, entre las principales compañías en el negocio del biodiesel, están invirtiendo fuertemente en la construcción de las plantas procesadoras. Los proyectos millonarios de producción de biodiesel de Vicentin en la localidad de San Lorenzo y Repsol en Ensenada están en los puertos y pensando en la exportación. La agroindustria, debido a las posibilidades de comercializar con mas intensidad con el exterior, se encuentra haciendo lobby de manera agresiva para que se materialicen las mejoras en los calados de la hidrovía Paraná Paraguay y el mejoramiento de las redes viales provinciales.
Los expertos en agronegocios estiman que Europa, a pesar de ser la región del planeta donde mayor cantidad de biodiesel se produce, no dará a basto para cubrir el corte obligatorio que se impondrá de 5,75 en el año 2010. Para ese entonces se requerirán 9 millones más de toneladas de biodiesel de las que se producen actualmente. La demanda implicaría, si fuese la producción solamente de aceite de soja (que no lo será), 20 millones de has más de tierras productivas.
La presente diagramación agroenergética global, crea un serio conflicto de competencia en el uso de la tierra con la industria de la "alimentación" que a su vez esta desde hace ya bastante tiempo comprometiendo con sus producciones intensivas el bienestar del planeta y sus habitantes.
Los Bonos de Carbono y el biodiesel de la soja
Muchos habrán notado qué hábil es la prensa del establishment cuando habla de los biocombustibles, especialmente del biodiesel y las oportunidades económicas que presenta la obtención de inversiones mediante el mercado de bonos de carbón. Los bonos de carbón, forman parte de las herramientas financieras, llamadas Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL) introducidas por el Protocolo de Kyoto en la década del 90. En el sistema de bonos de carbón, las empresas industriales en los países ricos que emiten grandes cantidades de dióxido de Carbón (CO2), tienen que financiar proyectos de captura o abatimiento de emisiones de carbono en los países del tercer mundo, acreditando tales disminuciones como si hubiesen sido hechas en territorio propio.
Por ejemplo una compañía argentina que disminuye sus emisiones de CO2 puede vender esta reducción a empresas de países ricos que estén obligadas a emitir menos gases efecto invernadero. Hay un sinnúmero de criticas bien fundadas sobre la hipocresía de este mecanismo. En este artículo nos limitaremos a describir la situación que se crea con la especulación de los proponentes de biodiesel hechos con aceite de soja que se pretenden presentar para inversiones en el mercado del carbón.
Teóricamente, los proyectos productivos que se presentan como candidatos para inversiones con bonos de carbón tienen que demostrar que contribuyen al desarrollo sostenido del país, que contribuyan a reducir los gases de efecto Invernadero y que cuentan con la aprobación de la Autoridad Nacional designada. En nuestro caso significa que una empresa que vende biodiesel hecho con aceite de soja y dice que disminuye sus emisiones de carbono puede vender esta reducción a empresas de países desarrollados que estén obligadas a bajar sus emisiones de GEI.
Sabemos ya muchísimo sobre los efectos negativos que generan los monocultivos de soja, pero todavía no hay mucho para discutir sobre los supuestos efectos benignos que tendría el uso del biodiesel que como combustible podría emitir hasta un 78% menos de dióxido de carbono que el fuel oil. Lo que no se cuenta en la ecuación, es que el inventario Argentino de emisiones de efecto invernadero, para el panel internacional de cambio climático (IPCC), no está contabilizando los gases producidos por:
-El cambio en el uso de la tierra
-Los incendios de montes y bosques con el fin de plantar soja
-La fertilización nitrogenada que ha comenzado en los últimos años como resultado de que el rendimiento de la soja por hectárea es más alto.
-Los 15 millones de hectáreas de residuos después de la cosecha.
Seguramente si estas emisiones fueran tenidas en cuenta y se le suman las energías convencionales necesarias para producir biodiesel, la reducción de emisiones seria mucho menor que de lo que se calcula. A todo estos factores les tenemos que sumar los que muchas agencias preocupadas con el calentamiento global no quieren ver: la pérdida de soberanía alimentaria, el éxodo rural, la degradación de la tierra, la perdida de biodiversidad, el abuso a los derechos humanos por parte de la autoridades, de los latifundistas y de los para militares cuando reprimen y asesinan campesinos para instalar los rentables monocultivos de ahora en más también dirigidos a abastecer al mercado energético.
A pesar de todo lo dicho, creemos que el uso de algunos biocombustibles deben promoverse, lo que no debemos permitir es que vastas extensiones de tierra sean dedicadas a la agro energía, de la misma forma que desde ya hace varios años nos oponemos a que los campos se dediquen a abastecer a los mercados internacionales con la producción de forrajes y demás commodities.
La situación crítica que se nos presenta con la demanda que están creando las nuevas legislaciones que promueven los biocombustibles, hace que más que nunca tengamos que buscar las formas para impedir estas políticas agroindustriales. Si perdemos esta batalla, lo que las generaciones que nos siguen heredarán de nosotros serán vastos desiertos infértiles que no se habrán de poder recuperar.
El GRR está a favor de una política de promoción en el uso de biocombustibles, solamente si:
· Partimos de considerar que el uso de la tierra es prioritariamente destinado a producir alimentos y que otras producciones tales como la de los biocombustibles se supeditan a que no haya hambre en las poblaciones.
· Está considerado como un elemento más dentro de una política energética general que indique claramente la necesidad de reducir los consumos de energía, específicamente en el sector del transporte.
· Se promueve en su totalidad las diversas fuentes formas de energía renovables y no tan sólo los biocombustibles.
· En ese contexto, una política de promoción a los biocombustibles determina cuales son las mejores fuentes de biocombustibles (aceites usados, biogas, tratamiento de basura) teniendo como prioridad que se garantice la soberanía y seguridad alimentaria, la salud humana y animal y el medio ambiente de todas las regiones del país.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario