domingo, 18 de noviembre de 2007

Doctrina de seguridad y neoliberalismo: Los dos jinetes del apocalipsis latinoamericano

F. H.

Entrevista con José Comblin, teólogo de la liberación: "Si los economistas y los políticos hacen la tarea, para qué pedir a los militares que hagan el trabajo sucio”.

José Comblin, teólogo belga radicado en Brasil, es uno de los intelectuales más brillantes, y también de los más conocidos, de aquel movimiento cristiano de mediados de los años 70, conocido como Teología de la Liberación. Autor prolífico de más de treinta títulos, dos de ellos alcanzaron la dimensión de clásicos del pensamiento contemporáneo, La Doctrina de la Seguridad Nacional, publicado en 1976, y El Neoliberalismo, Ideología Dominante en Cambio de Siglo, de 1999. En ellos, analiza con profundidad y erudición dos de los jinetes del Apocalipsis latinoamericano, la doctrina del enemigo interno y la del pensamiento único, dos caras de la misma moneda de la dominación imperial en esta etapa histórica que cabalga entre dos siglos.

Aprovechando su presencia en Chile con motivo de la Cumbre por la Amistad e Integración entre los Pueblos Latinoamericanos, era inevitable consultar su opinión sobre la nueva realidad latinoamericana, que se abre paso a contrapelo de ambos jinetes. La primera pregunta fue, por lo tanto, si la Doctrina de la Seguridad Nacional puede considerarse un tema del pasado:

“La Doctrina de la Seguridad Nacional se ha ampliado. El mundo ha cambiado desde entonces, y en gran parte ya no necesita de una intervención militar. Si los economistas y los políticos hacen el trabajo, para qué pedir a los militares que se metan. Entonces, se puede dispensar. Incluso con ventaja, porque dejaron mala fama, y las burguesías quieren poner distancia. Porque todo lo que quisieron en aquel tiempo con los golpes militares, se los ofrecen los gobiernos civiles, y mucho más. La economía está abierta, los capitales pueden hacer lo que quieren, la producción de cada país se establece en función de los intereses globalizados. Entonces para qué los militares. Incluso en Estados Unidos, muchos encuentran que lo de Irak fue una equivocación tremenda. Claro, el gobierno norteamericano se inspira menos en una visión global del conjunto, que en intereses particulares, como el petróleo, y después se creen los misioneros que van a anunciar el cristianismo en el mundo entero. Han sido convertidos a varias denominaciones religiosa y piensan que tienen alma convirtiendo al Islam”.

- ¿Usted piensa que la irrupción de gobiernos populares en América Latina obedece al agotamiento del modelo neoliberal? Habida cuenta de esa irrupción ¿cree posible una segunda oleada de regimenes militares?

“No. Lo que se manifiesta ahora es que hay una conciencia que va creciendo en las grandes masas populares. Eso sucede globalmente, en todos los países. Un inicio de insurrección de las fuerzas populares. Pero para alcanzar el nivel de los poderes centrales, todavía hay una distancia, porque aún no está claro si la política de los nuevos gobiernos revolucionarios, como el de Venezuela, Bolivia o Ecuador, podrá desarrollar un sistema económico que pueda mantenerse. Todavía no se ha elaborado un nuevo modelo global, y la alianza entre los grandes poderes de Estados Unidos, Europa y Japón, sigue firme. Son las mismas fuerzas financieras que lo gobiernan todo.

Pero hay una insurrección de los pueblos. Esto es nuevo en América Latina, porque todo el mundo social había sido desintegrado por los militares, como los sindicatos y otros movimientos. Ahora está reapareciendo a partir de masas populares amplias. No significa tanto esfuerzo de los sindicatos ni del movimiento social, como de la misma masa como tal, que busca la manera de encarnarse en algunos mitos, o de algunos lideres míticos.

Hoy los partidos tienen menos importancia que la figura carismática del líder. De los partidos, hoy la gente entiende poco. La televisión sirve para destacar figuras, no asociaciones o agrupaciones, sino figuras típicas y representativas. Sin Hugo Chávez, en Venezuela nada podría suceder, lo mismo que sin Evo Morales en Bolivia. Son figuras que tienen un gran poder de comunicación y de difusión. En Chile, no se si hay una figura magnética, de estas características”.

-No, en Chile parece predominar la tradición de partidos y sindicatos…

“Bueno, habrá que ver lo que pasa…

- Aprovecho la ocasión para preguntarle en qué está la teología de la liberación, que fue fuerte en los años 70 y combatida por el anterior Papa en los años 80. ¿Cómo son las relaciones con el nuevo Papa?

“Eso es algo que vamos a ver. En la última reunión de los obispos no se habló del asunto. Ya es algo, porque antes hablaban mal. Hay un cierto equilibrio de fuerzas que se ha manifestado. El problema es que no se improvisa una clase intelectual. Con la política de Juan Pablo II, aquellos miembros del clero que tienen menos de cuarenta años están ajenos a todo lo que es social. Han recibido una educación sin ninguna iniciación para eso. Entonces habrá que pensar en la generación de los que ahora tienen veinte años. Al menos hay señales de que entre ellos hay alguna inquietud que se manifiesta; justamente en consonancia con la irrupción de fuerzas populares en varios países. Los que tienen treinta o cuarenta años, ya tienen la mente formada, pero los de 20 todavía están buscando, entonces puede ser que aparezca una nueva generación; pero por el momento, la teología de la liberación es de los viejos, de los sesenta hacia arriba, y más bien setenta.

O sea, faltó una generación completa, pero la situación cambia. Bajo los gobiernos militares y las nuevas democracias neoliberales se organizó un silencio sobre los problemas sociales, y así es fácil permanecer inconsciente, porque se organiza el silencio. Pero ahora el silencio es más difícil. Empiezan a aparecer y manifestarse nuevas tendencias, nuevas fuerzas, y se hace más difícil mantener una ignorancia colectiva de lo que está pasando en el mundo. Así que tengo esperanza, aunque pienso que a la juventud no se le da la formación que necesitaría. Pero puede que eso crezca y se manifieste en unos diez años más de una manera más visible”.

- ¿Y en que está encaminando sus inquietudes intelectuales, después de su libro sobre el neoliberalismo?

“Estoy trabajando sobre temas que tienen que ver con la espiritualidad. También a nivel social se descubrió que si no hay fondo un fondo de espiritualidad, la gente se compromete difícilmente. El Movimiento de Campesinos sin Tierra de Brasil consolidó su formación con una mística, que reúne católicos, protestantes, espiritistas, etc., pero con un fondo espiritual común. Eso es básico, porque la nueva generación ha sido formada por la televisión, que enseña el valor del dinero. Enseña que hay que comprar, comprar, comprar. Y para poder comprar, hay que tener dinero. Y para tener plata, hay un solo medio. O la droga o el robo. A la inversa, para trabajar en el compromiso con la causa popular durante diez o veinte años, se necesita una fuerza interna abundante. A eso me he dedicado en los últimos tiempos”.

Teólogo, escritor y filósofo belga, nació en 1923. Sacerdote secular. Doctorado en teología en la Universidad de Lovaina en 1950. Actualmente radicado en el Nordeste de Brasil, en Joao Pessoa (Estado de Paraíba). Ha vivido más de 15 años en Chile, sin perjuicio de sus constantes viajes a diversas partes del mundo en donde entrega a través de seminarios, foros, conferencias y reuniones variadas su visión económica, política y social desde la perspectiva cristiana. Somos uno de sus grandes amores. El otro es Brasil. Es considerado uno de los más relevantes teólogos católicos del mundo. Autor de más de 60 libros y 300 artículos. Sus obras más famosas, son sus exposiciones críticas de la Doctrina de Seguridad Nacional y del Neoliberalismo, además de temas antropológicos y eclesiales como Antropología Cristiana, Cristianos rumbo al siglo XXI, Vocación a la Libertad y “O povo de Deus” (El pueblo de Dios). Además son famosas sus Teología de la Paz, Teología de la ciudad y Teología de la Revolución, así como sus comentarios bíblicos a Epístolas de Pablo y los hermosos ensayos sobre Jesús de Nazareth y la Oración de Jesús.

En 1972 un decreto del gobierno militar del Brasil impide a Comblin seguir trabajando en ese país. Viene a Chile en donde ejerce docencia en teología, pero en 1981 un decreto del gobierno militar de Chile le impide reingresar al país, después de un viaje. Regresa a Brasil donde lo recibe el Arzobispo de Recife don Hélder Camara. Fue uno de los teólogos expertos que participó en las Conferencias de Obispos Latinoamericanos de Medellín (1968) y de Puebla (1979), como asesor don don Hélder Camara y del Cardenal Arns de Sao Paulo.

En el año 2001 publica el libro”El Neoliberalismo. Ideología dominante en el cambio de siglo”. Una de sus citas: “La sociedad neoliberal desintegra, destruye cualquier comunidad. Ella no tiene un proyecto para la sociedad. El capitalismo puro es un mecanismo que funciona por sí y para sí mismo”. Sobre este tema ha escrito diversos artículos entre ellos “Críticas a la ideología neoliberal y caminos de salida”. Por otra parte la ponencia sobre “Ética, política y DD.HH. hacia el futuro”, analiza la actual problemática política mundial, con referencias a la guerra preventiva de Bush contra Irak después de la crisis de las torres gemelas, y en que critica cómo la guerra preventiva contra el terrorismo lo justifica todo. A tal problemática pertenece el artículo “Reflexiones Cristianas sobre Afganistán, la guerra y Porto Alegre”.

En el año 2003 publica el libro “La esperanza de los pobres vive”, una obra en conjunto con 60 colaboradores latinoamericanos, con artículos, estudios y experiencias liberadoras de amigos de J. Comblin y de él mismo, en celebración de sus 80 años.

Semanario El Siglo, 9 de noviembre 2007


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