lunes, 2 de junio de 2008

Biocombustibles, soja responsable y el modelo de la dependencia


Jorge Rulli


Antes de ayer me llamó a casa un periodista inglés, me dio su nombre, el nombre de la persona amiga que lo recomendaba y la agencia para la que trabajaba. Muy bien, le dije, en qué podemos ayudarlo? Me cuenta entonces, con bastante dificultad en el uso del español, que esta haciendo una investigación sobre Biocombustibles y que desea saber si el GRR trabaja en ese tema. Le explico que sí, que llevamos una campaña sobre los Agrocombustibles, que puede ir a nuestra página e informarse. Me pregunta entonces, si aceptaría hacer una entrevista y le respondo que sí. Luego me pregunta si nosotros trabajamos con pequeños productores expulsados de sus tierras por los biocombustibles. Le explico que no es exactamente así la situación argentina, que no son las empresas de producción de biocombustibles, como tales, las que expulsan campesinos, que en todo caso esos son hechos connaturales al proceso de la sojización, hechos dolorosos pero marginales, situaciones que no permitirían comprender por sí mismas el modelo de producción de Agrocombustibles que recién se está iniciando en la Argentina. Añado tal vez, innecesariamente, que, en realidad, hablar de los campesinos y de los aborígenes se ha puesto últimamente de moda, como una respuesta fácil a la crisis planteada por el campo, pero que es tan solo un escape o acaso, un amparo para la incomprensión de ciertos sectores de la izquierda progresista que demoraron en ver el modelo de monocultivos transgénicos instalado, y que no pueden comprender lo que está ocurriendo. Me pregunta el periodista inglés, si acaso nosotros no defendemos a los campesinos. Le respondo que si, que hemos hecho por ellos lo que hemos podido y que somos solidarios con sus luchas, pero le insisto ya con cierta impaciencia, en que si quiere entender el modelo de producción de Biocombustibles no es el mejor camino el de comenzar por quienes son expulsados de sus tierras en las zonas de monte del Chaco. Me pregunta qué otras víctimas existen. Le explico que las fumigaciones han impactado de manera devastadora sobre las poblaciones en todo el territorio de la agricultura industrial y que la situación sanitaria en las zonas sojeras y periurbanas es, desde un punto de vista epidemiológico, catastrófica. Su desconfianza ahora, se percibe claramente, y entonces sin rodeos, me interpela, dado que no defendemos campesinos, qué país proponemos… Le explico con una paciencia que se agota, en un día particularmente difícil, que sí defendemos campesinos y que como GRR proponemos un Proyecto Nacional con recuperación del Estado, con Justicia Social y Soberanía Alimentaria. Su interpretación me sorprende. Entonces, son nacionalistas, me interrumpe. Sí, concedo, supongo que puede ser un modo de explicarnos... En ese momento la comunicación se corta, pero como el número queda registrado en el celular cometo el error y la desmesurada cortesía de llamarlo. Me atiende sorprendido y me explica que ha quedado confundido con mis comentarios y que en realidad creía que lo que estaba buscando, eran campesinos o pequeños productores expulsados de sus tierras por los Biocombustibles, que me pide tiempo para pensarlo mejor y se disculpa. Se despide diciéndome que volverá a llamarme y cuando corta me quedo pensando que, no sólo no volveré a saber de él, sino que he hecho la experiencia de cómo desde los países centrales se construyen o “nos” construyen, modos de pensar y de inteligir nuestra propia realidad. Ellos no quieren que les expliquemos cómo funciona el modelo, ellos lo saben porque lo están implementando, lo que necesitan ahora extrañamente, es el testimonio de sus víctimas, porque registrarlas podría conducir a ponerle límites éticos a un combustibles que necesitarán imperiosamente, pero que no lo quieren con la carga de mala conciencia que llevaría la explotación desmesurada o el abuso… Esa es la globalización, aún más compleja de lo que imaginamos. Somos en definitiva el espejo de Europa, un espejo roto, pero espejo al fin…

¿Saben cuánto calculan los expertos, que se han llevado en los últimos años los exportadores como Cargill y como Bunge, gracias a la corrupción y a la incompetencia de nuestros legisladores y funcionarios del área, y por encima de sus ganancias, burlando los controles del estado, apropiándose de parte de las retenciones que le sacan al productor y mediante trampas legales que han armado, a veces desde el mismo Senado y que la Secretaría de Agricultura ha consentido largamente? Pues, nada menos que cinco mil millones de dólares. Sí, escucharon bien. Todo el enfrentamiento que tanto nos hizo sufrir a todos e incluyo el humo de las quemazones en las islas, no importa quienes hayan sido los autores, todo ese enfrentamiento está debatiendo mucho menos que la mitad de esa cifra. Fuerte, ¿no? Y a propósito del periodista inglés que pretendía hacerme una entrevista sobre la producción de Biocombustibles pero con imágenes de campesinos expulsados de sus tierras, me parece que ahora podríamos intentar hacer una nueva lectura, no tan solo de él, sino de cómo y de qué manera, se manipula la información desde las agencias y de cómo se modela nuestro pensamiento desde las usinas mediáticas, para conducirlo hacia zonas en la que no sea riesgoso.

Muchos, durante los doce últimos años en que se instaló este modelo de producción de sojas transgénicas, miraron para otro lado y no quisieron o no pudieron verlo. No quisieron o no pudieron verlo, por diversas circunstancias. Porque en esos años apoyaban las demandas de los desempleados de la agricultura que cortaban las rutas pidiendo mayores planes y además, aguinaldos para sus planes. Porque estaban haciendo el socialismo en alguna zona urbana a partir de panaderías piqueteras y pequeñas empresas subsidiadas por las retenciones a la soja. Porque se encandilaban con aquella consigna supuestamente “revolucionaria”: piquete y cacerola la lucha es una sola…. Porque compartían la idea de progreso o acaso depositaban una cierta fe en las tecnologías transgénicas. Porque visualizaban a los empresarios Urquía y a Grobocopatel como la nueva burguesía progresista que iba a cumplir el sueño de Bolívar; o por lo que fuere... Hoy, esforzándose por volver a situarse existencialmente en este escenario, escenario brutalmente modificado por los cortes de ruta de los agricultores, se aferran como náufragos de los campesinos y de los aborígenes para plantarse frente a la crisis, e intentar responder a aquello que se esfuerzan por entender.

Rodolfo Kusch nos decía en “La negación en el pensamiento popular”, que…”Se conoce la cosa, pero lo que es fundante es la posibilidad de que eso que se conoce entre en el saber. Conocer implica una apertura al mundo, y además tomar en cuenta lo que ese mundo me ofrece como claro y distinto. Pero esto no tiene sentido si no hay una posición previa de tipo emocional frente a ese dato, algo que lo totalice y que haga que entre a formar parte de mi horizonte existencial”.

Ciertos ambientalistas a su vez, que nos pusieran piedras durante años en el camino de las denuncias en que estábamos empeñados, hoy nos explican desde la cátedra, que los campesinos e indígenas son "rehenes del modelo" y nos recuerdan las victimizaciones que sufren, como si no lo supiéramos y no hubiésemos denunciado mil veces y en soledad, las devastaciones humanas y poblacionales provocadas por el modelo a lo largo de estos años, en especial por las fumigaciones y el arrasamiento de los ecosistemas... Si hasta los medios progresistas, y decir esto es casi una banalidad, al menos desde que Magneto comprara Página 12 y desde que este gobierno prorrogara en el 2005 por otros diez años, las licencias concedidas por la ley de Radiodifusión, si hasta los medios que juegan a ser progresistas nos ponen de pronto por delante a los campesinos victimizados y hasta Hebe de Bonafini se preocupa por organizarlos desde la Universidad de Madres. Uno se pregunta, ¿qué es lo que esta pasando? Sí, ¿qué esta pasando cuando con motivo del próximo primero de mayo Castells y Nina Pelosso convocan a un Frente Obrero Campesino?

Preguntémonos ahora, seriamente ¿cuánto le importa a Cargill, a Bunge, a Dreyfus, a ADM y a Vicentín que en este momento de la crisis y cuando el modelo de las corporaciones se expone en toda su horrible desmesura, nos manifestemos nosotros a favor de los pueblos originarios o de los campesinos? Ocurre que al modelo le importa y mucho, que las corporaciones se mantengan invisibilizadas, les importa y mucho que en la crisis no desarrollemos conciencia sobre el modelo de la dependencia, y que tanto en el terreno de la comprensión como en el de la acción política, tomemos el camino equivocado. Asimismo, y es duro decirlo, ocurre también, que vastos sectores de la izquierda una vez más, operan como funcionales al modelo corporativo y se aferran de las victimas que existen en la frontera agrícola expansiva, sencillamente porque se quedaron sin discurso, porque no entienden lo que ocurre... y además, declaran dramáticamente que, de eso no se habla, cuando la página oficial del progresismo no parece hablar de otra cosa cada día mientras que, pese a lo escandaloso del pillaje corporativo, cuesta hallar un periodista que mencione a los exportadores.

Solamente Cargill y sus socios corporativos, se estarían llevando unos cinco mil millones de dólares anuales robados al pueblo y al Estado argentino, mientras algunos supuestos radicalizados, desde los márgenes de la acción política, denuncian nuestro Estado Nación.... ¿A quienes sirven denunciando al Estado Nación en épocas de globalización y de caída de todas las regulaciones, en momentos en que imperan por encima de toda ley los mercados internacionales? ¿A quiénes les hacen el juego?
A lo largo del Paraná se levantan inmensas plantas de Biocombustibles que anticipan y que configuran el país globalizado que tendremos. Junto a cada una de ellas se construyen enormes corrales para engordar millones de cabezas... Los fondos de inversión no dejan de entrar y de comprar tierras ¿Qué queremos hacer nosotros con nuestros reclamos, qué pretendemos con nuestros discursos? ¿Pretendemos que le devuelvan el Plan Social Agropecuario a los campesinos tal como lo tuvieran el año anterior? Realmente creemos que desde la frontera en expansión del modelo podemos gritar NO PASARAN y que de verdad no pasarán? Por otra parte, queremos que no pasen o queremos un país más justo y con la recuperación del estado para el pueblo y para un proyecto nacional? Me hago estas preguntas porque como GRR estamos en el epicentro de la bomba biotecnológica montada y activada por las corporaciones, nos estamos esforzando por desarmarla, y lo que vemos es que para muchos, pareciera que la mejor manera de hacer retroceder a las Corporaciones es poniéndole límites y arrancándoles compromisos en defensa del bosque o de los pequeños productores. Esa es justamente la política de las mesas redondas que organizan desde Europa los Bancos y las Corporaciones, y donde consensuan con grupos como la WWF del osito panda y en la Argentina con la Fundación Vida Silvestre y con FUNDAPAZ. Tratan de apaciguar las resistencias de las poblaciones y en especial de los consumidores europeos, generando nuevos mercados certificados en que las producciones de Soja y de Biocombustibles cumplan regulaciones respecto a la defensa de los bosques, de la vida campesina y de supuestos criterios de sustentabilidad. A esas políticas las hemos denominado el maquillaje verde y las hemos denunciado como una mentira y como un modo de aumentar los controles globales y cerrarle el camino a la protesta. Hemos dicho que la Soja es Responsable, pero de muerte, de enfermedades, de despoblamientos del campo y de montar mecanismos de dependencia colonial. En estos mismos días, numerosas delegaciones internacionales de Bancos, supermercados europeos y grandes ONGs, llegaron a la Argentina para impulsar esas mesas redondas en que acostumbran sentar a víctimas y victimarios, legitimando de esa manera sus agronegocios y abriendo nuevos mercados de certificación y de encubrimiento para sus operaciones de corsarios globales. Han llegado a la Argentina para exponer sus propuestas de presuntas Sojas Responsables en Puerto Madero y con ellas piensan frenar los procesos de lucha y resistencia, para cambiarnos el destino de volver a tener Patria, por un destino de mera factoría. Como todos se habrán dado cuenta, las circunstancias, el azar o acaso la divinidad, no estuvieron de su lado. No pudieron elegir peor momento para reunirse, en un Buenos Aires en medio del humo y cuando la sojización ha devenido mala palabra para los argentinos. Pero son europeos, y las agendas estaban pautadas desde hace mucho tiempo, los enormes presupuestos acordados y las invitaciones cursadas. No podían retroceder y vinieron a pesar de los malos pronósticos, pero se esforzaron por pasar inadvertidos. No lo lograron, porque los estamos denunciando y lo seguiremos haciendo una y otra vez. Tengámoslo presente: aunque por otros motivos, mucho más elevados, nosotros tampoco podemos retroceder


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