jueves, 16 de abril de 2009

Alemania prohíbe maíz de Monsanto


El gobierno alemán prohibió ayer el cultivo de una variedad de maíz
transgénico, el Mon 810, que en la Argentina está autorizado desde hace más
de una década. Se trata de un desarrollo de la multinacional estadounidense
Monsanto. La ministra de Asuntos Agrarios y Defensa del Consumidor del país
europeo, Ilse Aigner, dio a conocer la noticia en Berlín y justificó la
decisión en que diversos estudios corroboraron que la producción con este
maíz “representa un peligro para el medio ambiente”. “Hemos llevado a cabo
un estudio riguroso para sopesar los pros y los contras. No se trata de una
decisión política. Se ha decidido por el interés del medio ambiente”,
aseguró Aigner. Antes de Alemania, la producción del Mon 810 había sido
bloqueada en Francia, Italia, Hungría, Austria y Polonia.



El Mon 810 está autorizado por la Comisión Europea, pero desde mediados de
2007 los gobiernos de aquellos cinco países empezaron a aplicar un recurso
preventivo de salvaguarda para frenar su producción. El mismo camino siguió
ahora Alemania. En cambio, no se prohíbe la comercialización de este maíz.
La Argentina es uno de los países que lo exportan. También se cultiva en
Canadá, Brasil, Sudáfrica y Japón.



Página/12 reveló anteayer que una investigación del Conicet comprobó que el
glifosato, el agrotóxico básico de la industria sojera, provoca
malformaciones neuronales, trastornos intestinales y males cardíacos. Sin
embargo, hasta ahora la Argentina ha tenido una política de aceptación de
los transgénicos.



El maíz que ahora prohíbe Alemania está permitido en la Argentina. La
ministra alemana dijo que la medida está basada en razones científicas y
apoyada en estudios efectuados en Luxemburgo, que indican que esta variedad
de maíz manipulado genéticamente presenta riesgos para algunas especies de
mariposas, escarabajos y organismos acuáticos.



Aún se desconoce si Monsanto apelará la medida ante la Justicia. El maíz
transgénico Mon 810 fue alterado en su estructura genética para producir una
proteína como insecticida y así repeler algunos lepidópteros. Organizaciones
ambientalistas temen que el cultivo del maíz modificado genéticamente pueda
tener un grave impacto en el medio ambiente, como generar resistencia en los
insectos y afectar de forma negativa al organismo humano.



Los detractores del maíz transgénico argumentan que el alcance de los
riesgos sanitarios es desconocido, por no existir estudios de largo plazo al
respecto. La próxima contribución significativa al debate será la decisión
de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) para renovar la
autorización de diez años de la variedad MON 810. La EFSA debería dar su
respuesta antes de finales de año. La Unión Europea había aprobado esta
variedad en 1998, después de que no se encontraran efectos negativos en
ratas que habían sido alimentadas durante 90 días con esa variedad. España
es el único país europeo en que se produce este maíz a gran escala.



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